viernes, 11 de abril de 2008

Especial Clásicas IV: La París - Roubaix



Este domingo se corre "la Reina de las Clásicas": la París - Roubaix. ¡Qué bonito es ver esta carrera".

Bueno, pues aquí va la cuarta entrega de mi Especial Clásicas que publiqué en la revista Pedalier. Que os guste,

París – Roubaix: la más legendaria
“El infierno del norte”. “La Pascale”. “La última hoja del ciclismo”. De muchas maneras se conoce a la París Roubaix, una de las más bellas carreras del ciclismo mundial que es amada por muchos, y también odiada por otros. Algunos corredores viven todo el año pensando en estos adoquines del norte de Francia, y anhelan un día frío y lluvioso para poder correr en las condiciones más duras, donde sólo los verdaderamente fuertes quedan en cabeza. En esta carrera, y sobre todo si hay barro, un pequeño tramo llano de menos de dos kilómetros es capaz de destrozar un pelotón más que un gran puerto de montaña en una etapa del Tour de Francia. ¿Quién sigue creyendo que el llano es sólo una transición entre puertos?
Théo Vienne y Maurice Perez, dos industriales de la época, crearon el 19 de abril de 1896 (domingo de Pascua, de ahí “La Pascale”) esta carrera. Ese día se dieron cita una centena de corredores en el Bosque de Bolonia para iniciar la historia de una carrera que quería estar a la altura de otras de la época, y ser la antesala de la gran clásica del momento, que era la Burdeos París. Hasta 1910 se corría con motos y vehículos de asistencia. Luego se prohibió toda asistencia externa a los corredores, como si no tuvieran bastante.
El recorrido ha ido variando con los años, a medida que los tramos de pavés iban siendo asfaltados. Pero, como ocurre en Flandes, hay tramos que se han preservado y de los 270 km de la carrera, más de 50 km son de caminos rurales adoquinados, repartidos en la segunda mitad de la carrera, en sitios estratégicos donde se reviven año a año duras batallas sobre las bicis, por suerte no tan cruentas como las que estos campos agrícolas sufrieron durante las guerras del siglo XX. Muchos de estos tramos decisivos son los mismos desde hace muchísimos años, como en Doullens, Arras, Carvin o Wattignies. Otros se han ido añadiendo a la leyenda después, como en Aremberg o l’Arbre.
Como ocurre en todas las grandes carreras, echar un vistazo al palmarés de La Pascale es encontrarse con la historia del ciclismo. Los mejores corredores de cada época han grabado su nombre en los primeros lugares de la lista. Tan sólo en estos últimos tiempos, las primeras figuras del ciclismo, o sea, los dominadores del Tour, han dejado a un lado esta carrera en su calendario al igual que otras clásicas.
Pero esto no ha sido así siempre, pues hasta los años 90 todos los grandes campeones, con la única excepción de Anquetil, han vencido alguna vez en Roubaix, sabiendo que sin esa victoria su palmarés no sería completo.
Entre los corredores que más veces han ganado en el Infierno destaca Roger de Vlaeminck, que ganó en cuatro ocasiones (72, 74, 75 y 77) y fue segundo en otras cuatro, por lo que se ganó el apodo de “Monsieur Paris Roubaix”. Eddy Merckx se tuvo que conformar con ganar “sólo” tres ediciones, al igual que Octave Lapize, Gaston Debry, Rik van Looy, Franceso Moser y Johan Museeuw.
El Infierno del Norte ha dado pie a innumerables crónicas de gestas legendarias. Los periodistas que han escrito sobre ella durante más de un siglo han plasmado miles y miles de veces lo que supone esta carrera para el ciclismo, lo que supone para quien la corre, y lo que supone para quien la gana. Palabras como épica, odisea, leyenda, mito, etc., son repetidas casi hasta quedarse sin significado. Y es normal, pues no hay edición de la Roubaix en la que no se escriba una página gloriosa más del deporte del ciclismo.
En 1934, Roger Lapebie fue descalificado de su victoria al haber terminado la carrera con la bici de una espectadora. En 1949 tuvo dos ganadores, al clasificar los jueces exaequo a André Mahé y a Serse Coppi (hermano de Fausto) al haber entrado el grupo de Mahé por delante por un error de la organización y haber aceptado los jueces la reclamación de Serse Coppi que encabezó el grupo bueno.
Bernard Hinault, para muchos el mejor ciclista de la historia (después de Merckx, claro), dejó su impronta y fue fiel a su carácter indómito en 1981. El año anterior Hinault fue 4º en Roubaix, y en meta le dijo a Jacques Godet, el organizador: “Jamás me volveréis a ver en vuestro circo”, al considerar que la París Roubaix no era una carrera digna de la época moderna. Pero Hinault era Hinault. Ese año tuvo que retirarse de un Tour que iba a ganar por una lesión, y fue muy criticado por ello. Herido en su orgullo, se recuperó en silencio de su rodilla y en el Mundial de Sallanches hizo una demostración de fuerza como nunca antes se había visto. Así que en 1981, con el maillot Arco Iris, Hinault pensó que sería bonito ganar esta carrera como Campeón del Mundo veinticinco años después de que lo hiciera el último bretón, Louison Bobet. El día de la carrera, su mujer estaba en el hospital a punto de dar a luz. Hinault atacó varias veces para probar a sus rivales. En los últimos kilómetros se vio envuelto en varios cortes por caídas, y en todos logró enlazar con la cabeza, donde iban los mejores esprinter del momento. Ya en el famoso velódromo, Hinault vio que el viento en meta era favorable y atacó de lejos ganando por delante de Roger De Vlaeminck y de Francesco Moser. Al recibir el adoquín como trofeo, dijo que no lo quería volver a ver y que lo guardaría lejos de su vista. Pero, a pesar de todo, Hinault corrió más veces la carrera, aunque con poca fortuna.

París Roubaix cicloturista
La París Roubaix cicloturista reúne (ahora sólo los años pares) a miles de participantes que quieren revivir la leyenda. Hay tres recorridos: la “Integral” de 255 km casi como los de los profesionales (49 km de adoquines) y con salida en Cambronne-Les-Ribécourt; la “Esencial” de 173 km que incluye todos los sectores adoquinados (49 km) saliendo desde Bohain-en-Vermandois; y la “Final” de 98 km (32 km de adoquines) con inicio en Wallers-Arenberg. La llegada de todos ellos es en el histórico Velódromo de Roubaix, donde te puedes duchar en las mismas duchas centenarias de “cadenilla”. Por supuesto, el recuerdo que dan a los participantes es un adoquín, como a los ganadores en profesionales.
La próxima cita será el 8 de junio.


Información:
www.letour.fr
http://asso.nordnet.fr/vcrcyclotourisme/

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