miércoles, 25 de julio de 2012

Tour 2012: preguntas

Tras pasar, como siempre, unos días en Pirineos viendo y disfrutando el Tour de Francia, me quedan unas preguntas en el aire:

¿Se ha notado la ausencia de Contador y de Andy Schleck o hubiese sido parecido el resultado final?
¿Por qué dicen que el ciclismo está en crisis y hay tantísima gente en todas las etapas?
¿Por qué el que gana siempre es sospechoso?
¿Por qué se hace público a la primera el "positivo" de Frank Schleck y se le saca -se le expulsa- de carrera si la UCI dice que es un producto genérico que puede que al final no tenga ni sanción? ¿No sería mejor no hacerlo público, que siguiera en carrera con normalidad, y esperar a ver si hay o no sanción?
¿Ha habido más peligro en las primeras etapas o se han notado más las caídas por la gente involucrada?
¿Se puede evitar el peligro en el ciclismo o es algo inherente a un deporte de riesgo y en el que lo que prima es correr más que los demás?
¿Se dan cuenta los que quieren más dureza en las etapas que es suficiente con la que hay al ver a Evans descolgándose en un puerto suave como el Aspin?
¿Por qué algunos corredores tras un escandalo de dopaje pueden redimirse volviendo a participar en el Tour y a otros no se les dio esa segunda oportunidad?
¿Por qué Wiggins no le dio vía libre en el final de Peyreagudes a Froome viendo que hubiese ganado la etapa y no hubiese peligrado su liderato?
¿Por qué el Radioshack dejó tirado a Zubeldia en esa etapa?
¿Seguirá Froome en el Sky?
¿Por qué había este año tan pocos gendarmes en las carreteras de los Pirineos? (Que conste que se agradeció).
¿Hemos animado lo suficiente a los supervivientes del Euskaltel-Euskadi? (Creo que sí).
¿Hemos animado lo suficiente a los supervivientes del Tour? (Que los que iban por detrás llevaban unas caritas...)
¿Se ha recuperado Cobo tras un año desastroso?
¿Se verá en 2013 al mismo Wiggins si todos los líderes corren el Tour sin problemas?
¿Por qué se dice que ha sido un Tour aburrido y cuando Indurain ganaba de forma similar era un Tour estupendo?
¿Ganará Sagan el Tour algún año?
¿Por qué se le tiene manía a un corredor de la talla de Voeckler?



domingo, 15 de julio de 2012

L'Etape du Tour: cuando lo duro es bajar.

Esta vez he sido rápido. Un día después de la marcha aquí está la crónica.


Cuando lo duro es bajar 

L'Etape du Tour Act II. Pau - Luchon. 14 de julio de 2012. Casi 200 km con Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde. Más de 5.000 metros de desnivel. Mi tercer reto del año, tras la París - Roubaix y la Luchón - Bayona en un día. Los dos primeros retos superados con éxito. ¿Podré con el tercero?

Desde 1993 el Tour de Francia organiza con un éxito inigualable una fiesta para los cicloturistas poniendo su maquinaria y sus medios a trabajar en que una de las etapas de montaña de cada año se convierta en una marcha cicloturista. Bueno, antes era una etapa, pero a la vista del éxito desde 2011 organizan dos Etapas del Tour.

Este año se organizó una en los Alpes, el 8 de julio, entre Albertville y La Toussuire, y la segunda el 14 de julio entre Pau y Luchón, con el encadenamiento histórico de los puertos de los Pirineos, los mismo que en la Luchón Bayona pero en sentido inverso.

Pirineos. Tour de Francia. Leyenda y mito. ¿Qué mejor escenario para terminar mi trilogía cicloturista francesa de este año? Tenía que estar en la salida, y tenía que llegar a la meta de Luchón.

En "L'Etape du Tour" las dificultades comienzan a primeros de año. Por un lado es complicado el apuntarse, ya que son muchos miles los cicloturistas que quieren hacerla y no todos consiguen plaza. Por suerte, a través de nuestra revista Pedalier no tuve problema para que me invitaran como periodista. Así que primera dificultad vencida. La segunda es la logística. Iba a ir solo, y de la salida a la meta hay muchos kilómetros. Tuve suerte al encontrar un Hotel en Pau cerca de la salida, y pude conseguir plaza en los autobuses de regreso a Pau tras dejar el coche en Luchón el día previo. Todo listo. ya solo tenía que terminar la prueba para poder recoger el coche, claro.

Toda la semana previa atento a la Meteo francesa, que no anunciaba nada bueno. Por suerte, según llegaba el día parecía que no iba a hacer tan malo. El día previo hacía calor en Pau y el sábado de autos por la mañana no llovía y la meteo de la tele francesa decía que nubes por la mañana mejorando. Bueno, ni tan mal. Ahora la duda de siempre: ¿Con qué ropa salir? Si me abrigo mucho y luego sale el sol me cuezo en los puertos. Si llevo poca ropa y no levanta el tiempo me congelo en las bajadas.

Bueno. Ojalá el tiempo sea bueno, pero mi experiencia en Pirineos me dice que es mejor llevar ropa de sobra que pasar frío, así que me pongo unos botines finos de lluvia, y meto en la bolsa del manillar una chaqueta térmica, un chubasquero bueno y unos guantes largos. Espero no tener que usarlos, pero por si acaso ahí están.

A las 7 en punto dan la salida al primer grupo. Durante casi una hora iremos saliendo en grupos los 4.696 participantes, gente de todo el mundo, de Hawaii, de Singapur, de Ghana,... Tras los franceses los más numerosos son los británicos, y también hay muchos americanos y australianos, lo que se nota al hablar con la gente, ya que usas más el inglés que el francés. La Etapa es un evento internacional de primer orden. Había muchos más inscritos, pero parece que muchos no salen por diferentes razones. Es el problema de tener que hacer la inscripción en enero.

A las 7:20 me toca salir y afronto con calma los 35 km de llano que pica para arriba que nos dejará al pie del Aubisque. Tengo los abductores algo tocados todavía desde la Luchón Bayona y sé que forzar ahora supone ganar 10 minutos y comprar muchos boletos para que me den contracturas en el Tourmalet. Es mejor correr con cabeza que dejarte llevar por el corazón y coger la rueda de los muchos grupos que me pasan a toda velocidad.

De todas formas, lo bueno de La Etapa del Tour es que, al contrario de otras marchas famosas que siempre se hacen sobre el mismo recorrido, aquí la gente no va a mejorar su marca (salvo los primeros que salen a ganar la prueba) y eso se nota en que los pelotones ruedan rápido, pero sin peligro, y en las bajadas la gente toma más precauciones que en otras marchas. Además, la ruta está completamente cerrada al tráfico, y ni siquiera se ve un exceso de vehículos de la organización, por lo que todo el día ruedas sin estrés.

Sin gastar mucho llego a Laruns y comienzo a subir el coloso Aubisque, el primo pobre del Tourmalet, muy duro por esta cara. Pongo desde abajo el 34x27 y voy subiendo sin apretar. Tengo que conservar las piernas hasta el final. El objetivo solo es llegar a Luchón, me da lo mismo el tiempo.

Tras pasar Eaux-Bonnes el tiempo empieza a empeorar. Baja la temperatura y una llovizna fina nos empieza a calar. En Gourette, en el avituallamiento, me tomo un café y decido ponerme el chubasquero, ya que estamos a unos 10ºC y me estoy mojando. La bajada va a ser dura.

Llego arriba muy entero. No he forzado nada y me encuentro muy bien. Hace frío, 7ºC, y llueve. Empiezo a bajar y enseguida me doy cuenta que solo con el chubasquero me voy a congelar, así que me paro y me pongo también la chaqueta y los guantes. Al pasar los túneles de Litor, entre una niebla muy cerrada, casi voy tiritando. Miro a los que no llevan más que un chubasquero normalito, y otros ni eso. Me imagino lo mal que lo estarán pasando viendo lo mal que lo paso yo con la ropa que llevo.

En la corta subida del Soulor intento apretar para entrar un poco en calor. Sigo sufriendo en la bajada hacia Arrens, aunque por suerte abajo ya no llueve, aunque no me quito la ropa hasta Pierrefitte, muy pasado Argelés, donde ya me noto caliente de nuevo. La gente ya va sufriendo, porque muchos, me parece, no se esperaban este frío.

Al llegar a Luz tengo hambre, y decido invertir un rato en comer algo con más fundamento que geles y frutos secos, así que entro en el bar de la plaza y como un plato de arroz con pollo y ensalada. Ya más recuperado, y con calorcito incluso en el ambiente, empiezo a subir el Tourmalet. Parece que el día va levantando y puede que disfrutemos de un hermoso día en la cima. A ver.

De nuevo meto todo el desarrollo desde abajo y sin forzar las piernas voy dejando pasar los kilómetros. Tras Barèges paro un poco en el avituallamiento para coger agua. No nos meten por la ruta histórica de la Vía Fignon, sino por la nueva carretera de la Estación de esquí. Bueno. Mejor, ya que no había subido nunca por ahí. Aunque me da pena dejar a un lado mi ruta preferida.

A pocos kilómetros de la cima empieza a haber un poco de niebla y la temperatura

cae de nuevo. Esperemos que solo sea la niebla de la cima y que en la bajada levante el tiempo.

Llego junto a la estatua de la cima muy entero, pero hace frío y empieza de nuevo a caer una molesta llovizna. Me abrigo a tope y comienzo a bajar. Hasta La Mongie no se ve nada y la temperatura baja a 6º C. Estoy helado y el piso está muy peligroso. A la entrada de la estación las asistencias avisan del peligro, ya que todo el asfalto, además de mojado está cubierto de excremento de vaca esparcido por todos lados. Qué miedo.

Decido pararme a calentarme un poco y entro en un bar a tomar un café y a estirar el cuello y a recuperar las manos, que las tengo entumecidas. Luego sigo bajando y la llovizna en vez de parar se transforma en lluvia. En los túneles de abajo vuelvo a parar un ratito. Ya llegando a St. Marie de Campan deja de llover y el asfalto está seco. En el avituallamiento hay multitud de cicloturistas retirados dentro de los autobuses. El frío en bicicleta es algo muy duro y difícil de soportar, pero pienso como siempre en los que por salud no pueden ni siquiera tener la oportunidad de pasar frío en la bici. Por ellos debemos seguir.

Subiendo el Aspin voy calentándome de nuevo. Ya no parece que el día vaya a mejorar. A estas horas ya no. Y así es. Tanto en el Aspin como en el Peyresoude, aunque no llueve, la niebla y el frío nos acompañan en la bajada y llego a Luchón a las 19:20 medio congelado por la última bajada. Congelado pero muy contento. He terminado mi tercer reto y estoy muy satisfecho. Tengo hambre y es hora de cenar en Francia, así que sin cambiarme voy a un Restaurante de los de la céntrica calle de Luchón donde está la meta y ceno algo mientras veo llegar a los últimos participante, quienes, como yo, llegan con cara de frío y de alegría.

Ha sido un día muy duro. La Roubaix tuvo el dolor que te produce el pavés como principal dificultad. En la Luchón Bayona sufrí por el cansancio de tantas horas de bici, y hoy el frío ha sido la dificultad. Pero está bien así. El ciclismo es sufrimiento, como la vida, y aprendemos a superarlo.













domingo, 8 de julio de 2012

Luchon Bayona 2012

Con una semana de retraso os pongo mi crónica de la Luchón Bayona del 30 de junio. Saludos.

LUCHÓN BAYONA 2012 - MÁS QUE EL CÍRCULO DE LA MUERTE

"Long rides, short nights", esto me dijo un amigo mío holandés al comentarle que iba a hacer la larga brevet randonneur de montaña "Luchon - Bayonne" de un tirón. Rutas largas, noches cortas, sí, por lo que el sábado me toca madrugar por la mañana y trasnochar hasta la madrugada.

Si el periodista de L'Auto, Steines, no hubiera escrito aquel famoso telegrama en el que mintió a sabiendas sobre la bondad de la ruta del Tourmalet hoy no estaríamos aquí, porque a nadie en su sano juicio se le ocurriría organizar una marcha cicloturista de 320 km y de más de 5.000 metros de desnivel, pasando los más famosos puertos de los Pirineos.

Pero tenemos suerte, Steines mintió y el Tour introdujo la gran montaña en su recorrido en aquel lejano 21 de julio de 1910 y Octave Lapize pasó a la historia del ciclismo como ganador de aquella primera etapa "Luchon - Bayonne" y del Tour y por haber expresado su cabreo por la dureza salvaje de la etapa gritando "asesinos" a los organizadores en la cima del Aubisque, la puerta de salida del "Círculo de la muerte" como se conoció a partir de entonces al encadenamiento brutal de Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Soulor y Aubisque.

Ya el Tour no es tan hostil con los corredores, pero a la gente le gusta sufrir, y cada dos años, desde los años 30, el club Aviron Bayonnais organiza para los cicloturistas esta etapa. Antes alternaban el sentido de la ruta, como solía hacerlo el Tour de Francia, pero ya desde hace unos años, y por comodidad de los organizadores, siempre se hace en el sentido Luchón Bayona. También hay que decir que hasta 2007 se hacía en los años impares, pero que luego se cambió a los pares para que coincidiera con el centenario en 2010.

Y tras esta breve introducción sobre la historia de la marcha, veamos cómo me fue el pasado 30 de junio por las carreteras de la leyenda. 

Cerrando un círculo

Era la segunda vez que la S.C. Bilbaina organizaba un viaje a la Luchón Bayona. Unas 30 personas, entre socios y amigos, nos apuntamos al viaje. Dos de ellas, Javi Ortega y Marta Palacios, iban de acompañantes en las furgonetas, algo imprescindible, ya que si no la logística se complica mucho.

Todos los participantes iban a hacer la prueba en su versión "Touriste", es decir, en dos días, salvo yo, que estoy en un año en el que me he planteado retos importantes después de un par de años de problemas de salud. Por eso, uno de los objetivos de la temporada era terminar, como ya hice en 2003, la prueba en un solo día, en la versión "Randonneur". Era mi segundo reto de la temporada. El primero era terminar la París Roubaix cyclosportive (reto superado el 10 de junio); luego éste; y el 14 de julio tengo el tercer reto, que es terminar la Etapa del Tour cicloturista, que este año toca en su Acto II sobre el recorrido de la etapa Pau Luchón, que los corredores harán el 18 de julio y en la que subiré los mismo puertos que en la Luchón Bayona pero en sentido contrario; y para terminar el año y cerrar un círculo de pruebas míticas, el 4 de noviembre intentaré terminar el Maratón de Nueva York. Como veis, retos ambiciosos y muy motivadores.

El reto de la Luchón Bayona de un tirón es un reto asequible para un cicloturista medio si se ha podido entrenar fondo y puertos los meses anteriores, aunque no deja de ser una pequeña locura.

Y como se suele decir, cuanto más loca es la aventura, más cuerdo ha de ser el aventurero, por lo que me organicé de forma que los inconvenientes de la prueba fueran llevaderos. Así que me apunté al viaje como si la fuera a hacer en dos etapas, con mi habitación asegurada en Olorón por si tras el Aubisque veía que no estaba en condiciones de seguir hasta Bayona, o por si el tiempo fuera demasiado malo. Y a su vez, reservé una habitación en un Hotel en Bayona que podía cancelar incluso la misma tarde. Allí dejé mi coche con ropa y me incorporé al viaje de la S.C. Bilbaina.

Está bien salir a la aventura, pero a cierta edad hay que tener las espaldas cubiertas. Aunque eso significa que, a poco mal que vayas, las posibilidades de abandonar el reto sean mayores que si no tienes Hotel en Olorón, donde te espera una ducha caliente y una cama confortable. Pero es un riesgo que voy a correr. Confío en que mi motivación me empuje hasta Bayona y no caiga en la tentación de ser débil de moral.

Me levanto temprano el sábado para salir a las 7:00 en cuanto abran el control a los "touristes". El tiempo es bueno, algo cubierto y sin frío. Unos metros en Luchón para calentar y comienza la subida del Peyresourde. Subo sin novedad, intentando guardar fuerzas. En mayo, tras un Brevet de 200 km con mucho frío y mucha lluvia, una tendinitis casi me tuvo todo el mes parado, y eso lo noté en la París Roubaix, primer reto del año, en la que tuve fuertes contracturas por la falta de fondo. Espero que hoy no me pase lo mismo.

Pero a mitad del puerto empiezo a notar tirones en el abductor derecho. Bien empiezo. Más de 300 km de puertos por delante y en el kilómetro 7 ya tengo avisos de fatiga en las piernas.

Intentando guardar fuerzas termino el primer puerto y bajo tranquilo hasta Arreu, para empezar allí mismo el Aspin. Estos dos puertos, comparados con los dos siguientes son fáciles, pero en éstos se decide en parte cómo subirás los duros y cómo estarás tras el Aubisque.

Subo sin apretar charlando con varios grupos que me pasan y a los que paso. Hay muchos grupos de españoles, vascos y catalanes. Arriba, primer control, intento estirarme un poco las piernas, ya que noto la tensión muscular que no me da buenas sensaciones.

Bajo hasta el pie del Tourmalet y paro a tomar un café antes de empezar la ascensión. Justo allí me encuentro con dos conocidos riojanos que están entrenando por la zona.

Empiezo a subir el coloso.

Esta subida sí que me da respeto, sobre todo con la pierna tocada. Empieza con suavidad, y esto te puede hacer apretar sin querer, pero para cuando te das cuenta estás ya en rampas duras que ya no aflojan hasta el final, y ahí se ve si vas o no vas.

Yo no voy.

Noto tirantez en el muslo y aprovecho a mitad del puerto para parar a mear, a comer y a estirarme un poco. Luego sigo hasta arriba con malas sensaciones. Paso los túneles y la fea estación de esquí de La Mongie entre la niebla y llego a la última parte, la más dura, ya bajo el sol. Un tirón en la pierna me hace echar pie a tierra por primera vez. Estiro el músculo, le doy golpes y vuelvo a montar. Ya en el último kilómetro, al endurecerse la pendiente, me da un tirón más fuerte y me bajo de nuevo. Queda poco así que decido no arriesgar y subo con la bici en la mano hasta el control y hasta la cima.

Por primera vez en mi vida el Tourmalet me ha vencido.

Más de 300 kilómetros, muchas horas pedaleando y que Josemi me saque una foto en los pocos minutos que voy con la bici en la mano no tiene precio. Bueno. No me importa. Solo pienso en lo que me queda por delante y en si podré o no hacerlo. Por ahora no me resigno a parar en Olorón y confío en que tras el Aubisque pueda aguantar el dolor de la pierna al no tener que hacer trabajar tanto al músculo.

Tenía pensado comer en el Restaurante del Tourmalet, pero justo hoy no tienen la cocina abierta y decido bajar a Luz a comer allí. El descenso en seco es fácil, pero el cuello me empieza a protestar. Manos mal que abajo hace calorcito y descanso un buen rato mientras como una paella y ensalada.

Cuando reanudo la marcha, de los "touristes" de la Bilbaina solo han llegado los primeros. Confío en que la furgoneta de Javi me alcance antes de coronar el Aubisque, ya que allí necesito coger la ropa de frío y las luces para poder seguir de forma autónoma hasta donde llegue.

Entre Luz y Argelès hay un molesto viento en contra. Antes del Aubisque, en la plaza de Argelès, llenó el bidón de agua y bebo una cocacola. Comienzo la última gran subida del día, la más larga y pesada. Casi 30 km desde aquí hasta el Aubisque, que se dice pronto.

En los tramos más duros tengo que negociar con la pierna para que me deje seguir. La peor parte es entre Arrens y el Soulor. Subo despacio, pero aun así, en la única rampa dura de verdad que hay he de bajarme de la bici ya que la pierna me lo pide y no se lo puedo negar.

Sigo sin forzar hasta el control del Soulor. Del calor de Luz y del sol de Tourmalet hemos pasado a una ligera llovizna y a una temperatura bastante fresca.

Ni rastro de la furgoneta. Por suerte para mí, Josemi se ha adelantado con su coche hasta allí. Le digo que sigo hasta el bar del Aubisque, ya que me estoy quedando frío, y él baja en busca de la furgoneta para luego subirme mi mochila hasta arriba.

Atravieso esa maravilla en forma de carretera que es el Circo de Litor y tengo suerte, ya que la niebla aún no lo ha tapado, como hará poco después.

Sin forzar, para darle tiempo a Josemi a llegar, sigo hasta arriba y tengo mucha suerte, ya que al de unos minutos de coronar aparece y puedo coger la bolsa del manillar, las luces, ropa de abrigo y algo de comida.

La llovizna es cada vez más incómoda y la niebla se cierra. Me abrigo y empiezo a bajar con la esperanza de que tras dejar las montañas el tiempo mejore.

Salgo por tercera vez en mi vida del "Círculo de la muerte" y puedo decir que voy animado. Estoy seguro de que llegaré hasta Bayona, pero no sé cuándo. 

Como un lobo solitario

Tras bajar el puerto la lluvia no cesa. A ratos para, pero ya se ve que no va a mejorar el tiempo. Me quedan 160 km hasta Bayona, pero el terreno ya no es tan duro y, aunque llueve algo, no hace frío.

En Olorón paro a cenar en el Hotel donde tengo pagada mi cena y mi habitación (que ahora se la quedará Javi). Antes de reiniciar la marcha llegan los primeros de la S.C. Bilbaina. Los últimos deben estar aún por el Soulor. Madre mía.

Llueve y se va haciendo de noche, pero el terreno es cómodo, la pierna me aguanta, la ropa que llevo me calienta y la lesión de la rodilla de mayo no da señales de vida. Está bien así. Me duele el cuello pero voy contento. Unas horas más y todo superado. No dudo de que será así. Me acuerdo de los que quisieran estar aquí y la salud se lo impide. Es un placer poder ser capaz de estar aquí.

Ya de noche cerrada subo Osquich, último puerto, y paro en el control donde hay cuatro gatos. Aprovecho para tomar un último café en el bar y miro la hora por última vez. Las 11 de la noche. Poco después se me agotará la batería del Garmin, y no sabré en qué hora estoy ni los kilómetros que me quedan hasta llegar a la meta.

La bajada, mojada y con mis débiles luces, me da algo de miedo y tiro de frenos más de la cuenta, no como los que estaban en Osquich que me pasan a tumba abierta con unas luces que parecen de moto. En los repechos siguientes les voy cogiendo poco a poco, pero se me van en las bajadas y ya no les veré más.

Por momentos la lluvia arrecia, aunque a ratos para y me da un respiro. Lo peor es que cuando llueve más fuerte apenas veo la carretera porque la luz de mi frontal ilumina las gotas y solo veo rayas blancas cayendo delante de mi cara. Bajar los repechos con esta tensión me está destrozando el cuello.

Me estoy quedando dormido y me paro un momento a cubierto. Me quedaría a dormir un rato, pero estoy algo mojado y temo quedarme frío si me paro, así que sigo pedaleando tras un breve descanso.

Por fin se acaban los repechos y salgo ya a la carretera llana que me conduce directo a Bayona, siguiendo el río Adour. Llego al último control, por fin. Lo he logrado. Segundo reto superado. Son las 2:45. Qué tarde he llegado. Casi 20 horas desde que salí de Luchón hace ya tanto tiempo que me parece que fue hace semanas. Tengo un poco de hambre y como algo de chocolate. Hubiese preferido panceta recién frita, pero me dicen que "mañana". Qué pena.

Voy en bici hasta el Hotel y finalmente puedo hacer lo que estoy deseando desde hace horas: quitarme la ropa mojada, ducharme y tumbarme en la cama. Estoy muerto, pero lo he conseguido. La pena es que estoy tan cansado que ni siquiera me alegro de haber terminado por segunda vez la Luchón Bayona en un día, pero seguro que más adelante lo haré. Creo que se lo merece.