lunes, 27 de octubre de 2008

Volta a Menorca 2008


Bueno. Ya he terminado esta larga temporada. Hacía años que no sumaba tantos kilómetros en un año. Se notan los Brevets, la Luchon Baiona, la QH, la Transpirenaica.
Y qué mejor sitio para dar las últimas pedaladas que en Menorca, disfrutando con la gente, del tiempo (que este año no ha sido tan bueno, pero que tampoco ha sido tan malo como anunciaban), de la subida al Monte Toro (el último esfuerzo del año).
Y si además lo hacemos pedaleando junto a Chechu Rubiera, Dani Navarro, Carlos Barredo, Samu Sánchez, y otros corredores, pues qué os voy a contar. Pues queasí da gusto. Ahora a descansar que la temporada 2009 promete.

















lunes, 20 de octubre de 2008

Si una es buena...


Os subo mi último artículo publicado en la revista Pedalier, que acaba de salir al kiosco.
No bebáis mucho.
Si una es buena...
Este verano, al término de una de las etapas de la Transpirenaica que hemos organizado desde Giant Tours, mientras tomaba una cerveza con uno de los participantes, un neozelandés llamado John, charlábamos acerca de que los médicos dicen que tras hacer deporte la mejor bebida es la cerveza. Fue entonces cuando John me dijo una frase de ésas que se te quedan grabadas en la mente y que sirven para citarlas en muchos momentos tras una salida en bici. Y la frase en cuestión era: “Si una es buena, dos son mejor”. Bueno, él me lo dijo en inglés y con acento raro, lo que daba más credibilidad a la veracidad de la sentencia, por lo que no hizo falta que me diera argumentos médicos para que me quedara convencido de que tenía razón.
Así que, ahora, cada vez que termino una salida, una marcha, o un entrenamiento, aplico la demoledora lógica del colega del sur, y hago una regla de tres que más o menos relaciona el número de kilómetros recorridos y la dureza de los mismos, con el número de cervezas que he de tomarme para recuperar del todo.
Así las cosas, el domingo pasado, tras unas cuantas horas de pedaleo duro tratando de seguir la rueda de una grupetta de profesionales de mi zona, al llegar al bar donde se reagrupó la gente, pedí una cerveza detrás de otra, a pesar de calcular que el número de cervezas que debía beber para restaurar el cuerpo a su ser sobrepasaba la reserva de dinero que llevaba en la cartera.
Pero uno no debe resignarse a la triste condición de ajustar su vida al vil metal que atesore en la cartera, sino que hay que poder equilibrar nuestra capacidad de gasto a nuestras necesidades, y más sobre todo si éstas están basadas en una irrefutable verdad médica, como es el caso de “Si una es buena...”. Así que recurrí a pedir una línea de crédito al camarero del bar (suerte que me conoce), para poder hacer frente al gasto en cerveza al que me enfrentaba.
Tras unas cuantas cañas, y cuando ya no quedaba ningún compañero ciclista en el bar, yo me dispuse a terminar el último canto regional con el que deleitaba desde la cuarta cerveza a la parroquia del local, muy animada por cierto, antes de levantarme y comprobar varias cosas, a saber: que la cuenta que debía era bastante más elevada de lo que había calculado ingenuamente; que todo lo que entra ha de salir; que hacerse paso hasta el baño entre la gente que se apiña en la barra es más difícil con zapatillas de ciclista que con zapato de calle; que las zapatillas de ciclista resbalan (cosa que ya sabía); que las escaleras de mármol son muy duras (cosa que también sabía, pero que no había comprobado tan vivamente nunca); que es difícil cambiar de agua al canario mientras te tambaleas, te frotas el golpe en la rabadilla con una mano y sujetas el culotte con la otra para efectuar la operación de micción con cierta puntería; que es muy complicado mantener el equilibrio sobre la bici tras recuperar el esfuerzo a base de cervezas; que el casco sí amortigua los golpes en la cabeza; que las manetas de freno se rompen más fácil de lo que pensaba; y finalmente (esto lo comprobé unos días después) que las manetas del freno si son buenas cuestan una pasta.
En fin. Que las cervezas, como bien decía la sentencia de John, me ayudaron a recuperar el esfuerzo. Eso sí, para recuperarme luego de las cervezas necesite varias horas de estar tumbado en el sofá más un par de aspirinas.
Dicho todo esto, quizás se debería matizar la frase del neozelandés y dejarla en “Si una es buena, dos son mejor. Pero eso no significa que tres sean aún mejor”. O lo que es lo mismo, todo es bueno con moderación y sin excesos.
En fin. Si bebes no conduzcas.

lunes, 13 de octubre de 2008

Especial Clásicas y VIII: Il Giro di Lombardia


Con esta entrega termino la serie sobre las grandes clásicas del ciclismo que apareció publicada en un número especial de la revista Pedalier.
Ahora toca esperar al año que viene, sobre todo a Flandes (ver GIANT TOURS).
Giro de Lombardía: la última
“La carrera de las hojas muertas”. Así se conoce a esta otoñal carrera, una carrera que nos ofrece siempre estampas de inusual belleza, con los colores de la Lombardía italiana en pleno otoño, alrededor del magnífico lago Como. Un escenario perfecto para poner fin a una temporada de ciclismo que vive en el Giro de Lombardía su última gran carrera cada año.
La primera edición del Giro de Lombardía, que se celebró el año 1905, se llamó la Milán Milán, pues de ahí salía y terminaba la prueba desde 1905 hasta 1961, aunque para 1907 ya adoptó el nombre por el que se conoce hoy día. Su primer vencedor fue el corredor italiano Giovanni Gerbi, el mismo que se encargó de diseñar la Milán San Remo y que también era conocido como “el diablo rojo”. Gerbi ganó esta primera edición gracias a su conocimiento del recorrido, lo que le permitió esquivar un cruce de la carretera con las vías del tren sin tener que bajarse de la bici, cosa que sí que tuvieron que hacer sus adversarios a los que dejó atrás para llegar escapado a la meta de Milán.
Ya en 1907 tomó las riendas de la organización el diario italiano la “Gazetta dello Sport”, que sigue siendo quien la organiza hoy día.
El recorrido ha sido alterado en numerosas ocasiones, aunque las orillas del lago Como y los puertos de la zona son las características principales de esta preciosa carrera. Como hemos apuntado, Milán fue inicio y final hasta 1961. Luego tanto el lugar de la salida como el de llegada han ido alterándose pues entre 1962 y 1984 la carrera fue de Milán a Como, luego entre 1985 y 1989 fue de Como a Milán. Más tarde, entre 1990 y 1994 se hizo de Milán al autódromo de Monza; de 1995 a 2001 se corrió entre Varese y Bérgamo; en 2020 de Cantu a Bérgamo; en 2003 de Como a Bérgamo; entre 2004 y 2006 se salió de la localidad suiza de Mendrisio para terminar en Como; y finalmente en 2007 se corrió entre Varese y Como.
De todas formas, independientemente de las ciudades de inicio y final, la carrera ha tenido como uno de sus símbolos la subida al Ghisallo, que se inicia en Bellagio y termina junto a la ermita de la Madonna del Ghisallo, protectora de los ciclistas y donde hay un pequeño museo con recuerdos ciclistas. Esta subida es bastante dura, por eso se dice que el Giro de Lombardía es el único de los monumentos ciclistas que tiene un verdadero puerto en su recorrido. Son 8,6 km de longitud, en los que se salva un desnivel de 532 metros a una media de algo más del 6% y con una pendiente máxima del 14%. Hay que tener en cuenta que la pendiente media engaña mucho, pues en la segunda mitad de la ascensión hay un largo tramo casi llano, que si lo descontamos, la pendiente media de los kilómetros en los que realmente se sube está entorno al 9%. Además de este puerto, en la carrera se ascienden otras dificultades orográficas, por lo que quien vence en Lombardía debe estar en buena forma para estas alturas de temporada.
Al disputarse la carrera poco después del Mundial, siempre es un atractivo más de la prueba ver al nuevo portador del maillot Arco Iris desenvolverse en este recorrido. Si el nuevo campeón no ha descuidado su entrenamiento, suele estar entre los favoritos. Hasta ahora han sido seis los corredores que han vencido en Lombardía estrenando maillot multicolor: Alfredo Binda, Tom Simpson, Eddy Merckx, Felice Gimondi, Giseppe Saronni, Oskar Camenzind y Paolo Bettini.
También la curiosidad nos puede llevar a comprobar quiénes han logrado vencer en la misma temporada en la Milán San Remo (primera gran clásica) y en el Giro de Lombardía (última). Esto nos lleva a encontrarnos con nombres conocidos, como Girardengo en 1921, Mara en 1930, Binda en 1931, Bartali en 1939 y 1940, Coppi en 1946, 1948 y 1949; Bobet en 1951 y Eddy Merckx en 1971 y 1972.
El récord de victorias en el Giro de Lombardía esta vez no va a parar a manos del “Caníbal”, sino que lo tiene el “campeonísimo” italiano Fausto Coppi, con cinco triunfos en 1946, 47, 48, 49 y 54. Luego viene otro italiano, Alfredo Binda, que ganó cuatro veces en 1925, 26, 27 y 31.
También pasó a la historia triste del ciclismo la descalificación de Eddy Merckx en 1973 por dar positivo en el control antidoping.



Lombardia para cicloturistas
El recorrido de la prueba cicloturista “Medio Fondo Giro di Lombardia”, que como la Milán San Remo forma parte de la Challenge de la Gazetta dello Sport, comparte los últimos 70 kilómetros y la subida al Ghisallo con la carrera profesional.
La salida y la llegada es en Como y se totalizan 113 kilómetros, que los cicloturistas recorren al día siguiente que los profesionales, con lo que el fin de semana es perfecto para disfrutar de esta parte de Italia y del mejor ciclismo.
En 2007 fueron 1.652 los cicloturistas que tomaron parte en este evento cicloturista y que pudieron sentirse como los grandes al final de la temporada.

Más información:
www.gazzetta.it/grandeciclismo
www.gazzetta.it/challenge