miércoles, 22 de junio de 2011

Una cita con el Tourmalet


Un californiano y un vasco van al Tourmalet y... Parece el inicio de un chiste, pero fue lo que hicimos el pasado lunes mi amigo Tom Drew (Modesto, CA) y yo. Como él está cerca de Bilbao por una boda de unos amigos, le recogí con el coche el lunes temprano y nos fuimos hasta las cercanías de Argelès-Gazost, en los Pirineos franceses. Desde allí comenzamos la peregrinación no a Lourdes (que estaba a un paso) sino a otro lugar más sagrado: el Tourmalet.
Con un tiempo espléndido, incluso caluroso, recorrimos los kilómetros de aproximación hasta Luz St. Sauveur, donde se inicia la subida propiamente dicha.
Subimos los dos juntos todo el rato, para hacer más llevaderas las casi dos horas que tardamos en subir esos famosos 18 km. Arriba, tras la foto de rigor, aproveché para comer en el bar. Y digo aproveché, porque Tom no quiso comer nada (así de delgado está él). Luego bajamos en un santiamén hasta Luz, y luego ya hasta el coche.
Para redondear el día la vuelta la hicimos pasando por el Circo de Litor y por el Aubisque, para admirar esa carretera colgada del barranco que es, para mí, la más espectacular de los Pirineos.
Como curiosidad diré que la subida clásica al Tourmalet, desde la estación de Superbareges hacia arriba, está modificada. El cartel indica por la izquierda, por la estación de esquí, que se junta más arriba con la carretera vieja. Nosotros fuimos por la vieja, por el jardín botánico, y vimos que un poco más arriba han puesto unas vallas para que no pasen coches. Y donde se juntan las dos carreteras (lo veis en una foto) han puesto piedras y otra valla, e incluso una señal de prohibido el paso. Parece ser, según me han dicho, que este tramo de carretera vieja, la original, lo van a cerrar a los coches y por él van a pasar todas las pruebas ciclistas en sentido ascendente. La bajada será siempre por la estación de esquí. Se va a llamar la "Vía Fignon". Un buen nombre y una buena idea. Espero que mantengan la carretera en buen estado.





lunes, 13 de junio de 2011

Lieja Bastoña Lieja 2011


Lieja Bastoña Lieja 2011
¡Me cago en la leche! El miedo que tenía de quedarme dormido al tener una habitación para mí solo se ha hecho realidad. Habíamos quedado en levantarnos a las 5 de la mañana para salir a las 6 y ya son las 6 menos 20. Bueno. Un rato más que he dormido, eso que lo agradecerá el cuerpo. Tranquilo. Desayuno con calma y me preparo bien.
Las 6 y cuarto pasadas y salgo del Hotel yo solo. Espero encontrar a la primera el Country Hall de Lieja, ya que en mi sobre no estaba la carta de sellado y tengo que ir a pedirla.
Vale. Ya tengo la carta para los controles. Bajo con frío la Cota de Boncelles hasta Tilff, donde comienza el recorrido oficial. Me ponen el primer sello (bueno, en vez de un sello lo taladran con un taladro de los que usaban antes los “picas” en los trenes, cuando éramos jóvenes) y empiezo la marcha, la Lieja Bastoña Lieja, la decana de las carreras del ciclismo mundial.
Nosotros, los cicloturistas, no hacemos exactamente el mismo recorrido que los profesionales, ya que todos los años cambian algo. Además, nosotros salimos y llegamos en un pueblo cerca de Lieja, Tilff. Este año no nos toca subir La Redoute, y es una pena ya que es la subida más dura de la carrera y la más famosa.
Cojo un grupito que rueda bien y vamos pasando los primeros kilómetros. Hay solo 7ºC y no me quitaré ni el paravientos ni los guantes largos hasta el primer avituallamiento.
Vamos rodando paralelos al río Ourthe, lo que hace que haya un poco de bruma y una humedad muy desagradable, pero la carretera es bonita y en la superficie del agua una fina neblina matinal pone un toque de encanto al paisaje.
Con tranquilidad llegamos al kilómetro 25 y las flechas nos conducen a la derecha a la primera cota del día, la de Chambralles. Está señalada con una pendiente máxima del 20%, y creo que la indicación es buena. La cota nos sirve para ir dejando atrás el frío, y como no es muy larga, unos 2 km, no me cuesta mucho el pasar la rampa dura, aunque el cuerpo nota todavía la pereza y el sueño que tiene, las 16 horas de autobús desde Bilbao pasan factura.
Tras esta primera toma de contacto con las cotas de las Ardenas, por un terreno rompepiernas llego al primer avituallamiento. Me pican la hoja del control, cojo agua, me quito las prendas de abrigo y como algo antes de salir de nuevo a la carretera.
Viene ahora un tramo que tiende a subir casi todo el rato hacia Bastoña, además, hay un ligero viento en contra, pero no me impide rodar con cierta velocidad en el grupo en el que voy.
Aunque en la hoja de ruta sólo tenemos ocho cotas oficiales, la realidad en este recorrido es que apenas hay un llano que se pueda llamar así. Es un continuo sube y baja que me obliga continuamente a jugar con los cambios y a calcular mis fuerzas. Hay repechos que los subo en plato, tirando de fuerzas, y en otros decido poner el plato pequeño y subir con más tranquilidad.
Voy pasando los kilómetros y llego a la segunda cota oficial, la de Bonnerue. No es tan dura como la anterior y aprovecho para sacar algunas fotos. El paisaje es todo el rato muy verde, con muchas granjas y pueblos pequeños. Me recuerda a la Bizkaia rural.
Poco después de terminar la bajada me encuentro con mis amigos y compañeros del viaje de custom4us, que vienen todos juntos desde el Hotel. Han parado por una avería, y como queda poco para el avituallamiento de Bastoña les digo que me adelanto y que nos juntaremos allí.
En Bastoña el avituallamiento es más grande. Mientras bebo y como llegan los demás. Estamos un buen rato parados, hasta que los mecánicos logran arreglar la avería. De mientras aprovechamos para sacarnos unas fotos en un monumento a la carrera que hay en el pueblo en una rotonda. Quiero pensar que en ese lugar era donde hacían el giro en las primeras ediciones de la carrera para volver a Lieja.
Ya todo solucionado salimos de Bastoña. Formamos un buen grupo, ya que solo nosotros somos más de 20. Poco a poco se nos une más gente, así que en pocos kilómetros vamos un buen pelotón rodando a un ritmo sostenido y llevadero.
Bueno, llevadero hasta que poco antes del siguiente avituallamiento, una sucesión sin interrupción de cotas no puntuables nos hacen a más de uno que perdamos el grupo. No se trata de forzar cuando aún nos quedan 100 desconocidos kilómetros por delante.
Así que sigo a un ritmo más cómodo para mí. En el avituallamiento estoy el tiempo justo y salgo por delante de los demás, ya que sé que no tardarán en cogerme.
Ahora el perfil es cada vez más duro. Casi seguidas están las cotas de Mont le Soie y la de Wanne. No son de las duras, pero noto las horas y los kilómetros.
En esta última cota me pasa el grupo, pero casi entramos juntos al siguiente control. Allí me paro a descansar un poco más que ellos y ya les pierdo de vista hasta el Hotel.
Poco después de salir, un giro brusco a la izquierda da comienzo a la cota de Amermont, las más dura. Un cartel indica que son 3,6 km a 5,5% de media, pero con una rampa del 23% máxima. Y las rampas duras están al comienzo, así que meto el 34x27 y tirando de riñones voy subiendo mejor de lo que esperaba. La parte final es más tendida y tras un pequeño descenso, pasamos por un pueblo con un tramo de pavés de unos 500 metros en ligero ascenso. Aquí, recordando el Tour de Flandes de hace dos años y para empezar a preparar ya la París Roubaix que quiero hacer en 2012, me vengo arriba y subo a tope botando por los adoquines, que son bastante suaves, no como los de Flandes y ni por asomo como los de Roubaix. Al salir del pueblo comienza la cota de Rosier, que no tiene rampas del 20% pero sí lo bastante duras como para que mi velocidad de ascensión sea muy baja. De vez en cuando me pasan algunos a velocidades de competición y no paro de preguntarme cómo es posible que suban tan rápido, aunque la respuesta es obvia: no es que ellos suban muy rápido, es que yo subo muy lento.
Viene ahora un tramo más llevadero y como me encuentro algo más recuperado voy tirando de un pequeño grupo. De repente nos pasa un grupo mayor y me engancho al tren. Rodamos rápido, a unos 40 km/h. Quedan unos 30 km para terminar, no conozco el recorrido pero me animo a pasar de vez en cuando a dar algún relevo. Es bueno y es divertido jugar a ser clasicómano en estas marchas. Por algo estoy haciendo uno de los cinco monumentos del ciclismo, y sentirte Gilbert, Kelly, Argentin o Merckx por unos instantes es algo grande, muy grande.
El último control nos rompe el grupo. Aprovecho para descansar un poco y al salir cojo otro grupo menos impetuoso. Charlo un poco en inglés con un señor que me explica a grandes rasgos cómo es el final que nos queda. Vamos subiendo por un falso llano y tras un descenso rápido iniciamos la última cota, la de Forges. Bueno, la última antes de la llegada oficial, ya que luego hay que subir la de Boncelles que hemos bajado al amanecer.
Esta última cota no es muy dura pero se hace dura. Las piernas notan las casi diez horas de marcha y no están para muchas alegrías.
Por fin se acaba la cuesta y tras un llano bajamos hacia Tilff donde está el arco de llegada y nos pican por última vez la hoja de control.
Estoy muy contento y feliz. Hace menos de cinco meses estaba en el hospital con la cabeza operada y hoy he sido capaz de terminar la Lieja. Como para no estar contento.
Me saco unas fotos en la meta y me encuentro con un conocido de Valencia con el que me tomo una cerveza.
Luego subo, sin mucha dificultad, la Cota de Boncelles y regreso al Country Hall, a devolver el dorsal, que me lo cambian por una camiseta con la inscripción “Cycling cannibal”. Y como caníbal que soy me como una hamburguesa doble, antes de volver al Hotel. Qué hambre tengo.
Para rematar el día, me equivoco en el cruce de la autovía y tengo que bajar dos kilómetros hacia Lieja antes de poder hacer el cambio de sentido. Así que dos kilómetro más de cuesta arriba.
Al final, llego al Hotel con 254 kilómetros hechos, y con 3.312 metros de desnivel acumulados. La media del día se queda justo en 25 km/h sin contar las paradas. Estoy más que satisfecho.
Ahora viene lo peor. La vuelta a Bilbao en el autobús.

(La crónica de Manu, el riojano: http://loslobosdelasolera.blogspot.com/2011/06/lieja-bastogne-lieja-la-carrera-mas.html)











domingo, 5 de junio de 2011

Oiz - Urkiola


El pasado viernes aproveché para hacer el último entrenamiento duro antes de la ansiada cita con la histórica Liège - Bastogne - Liège del próximo 12 de junio, y digo histórica porque esta marcha cicloturista es casi el mismo recorrido que la clásica profesional más antigua del calendario del ciclismo mundial.
Así pues, el viernes salí de Bilbao para acumular unas horas de trabajo en puertos ya duros y tras rodar hasta Iurreta subí hasta los molinos del Oiz. Hasta hace unos años era una pista de montaña, pero con la implantación de los aerogeneradores arreglaron la subida y ahora es perfecta para la bici de carretera.
Aunque desde abajo parezca una subida muy dura, tan sólo tiene un kilómetro duro tras dejar la carretera de Goiuria a Garai. En ese kilómetro hay unas buenas rampas en torno al 15% (al principio un poco más y luego un poco menos), pero luego la carretera es llevadera y en el tramo de cemento (muy liso) incluso hay algún descenso.
Yo subí hasta el collado, junto a una ermita, pero si se quiere se pueden subir unos 500 metros más hasta la cima del monte, con un tramo más empinado. Desde Iurreta la subida son unos 13 km, que me llevaron una hora a ritmo moderado.
Tras el descenso por el mismo sitio, di la vuelta por Garai y tomé la variante de Durango para dirigirme a Urkiola, que quería ver cómo lo iba a subir tras el Oiz.
Nada más empezar tuve que parar a ayudar a unos chavales que tenían una avería en una bici. Les pude solucionar el problema y seguí para arriba. Sin forzar mucho en ningún momento coroné el puerto con 34 minutos de tiempo invertido. No está mal para mí. Buena señal.
Bajé hasta Otxandio donde paré a comer algo, antes de dirigirme hacia Dima bajando el puerto del mismo nombre.
Sin llegar a Dima cogí el desvío a Lamindao para probar las sensaciones en las piernas de rampas de cerca del 20% tras haber subido dos puertos de primera. Y fueron buenas. Subí sin muchas dificultades, aunque sí notando ya los kilómetros de ascenso.
Bajé hasta Areatza y en Artea fui hasta Bilbao por Sarasola. En un principio había pensado en subir también Bikotzgane, que tiene rampas del 14%, pero ya estaba un poco cansado así que decidí no machacarme más.
Al final, como veis fueron 137 km con unos 2000 metros de ascensión.
Ahora a recuperar esta semana y esperemos que en Bélgica haga buen tiempo.