jueves, 27 de diciembre de 2012

Casualidades del año

Ahora que se acaba este año, que en lo deportivo como ya os conté ha sido maravilloso, he encontrado unas fotos de la primera vez que viajé a New York y a Italia.
Fue cuando era un joven alumno de Náutica en mi tercer embarque de prácticas, en 1988. El buque (un portacontenedores de los grandes de aquella época) se llamaba el "Almudena", de la Cía. Trasatlántica, y hacíamos el viaje entre España, Italia, Francia y USA.
Nuestra ruta era muy interesante. El puerto base era Cádiz (donde embarqué) y de ahí íbamos a New York, Baltimore y Norfolk, para luego volver a Cádiz y de allí hacer una ruta por el Mediterráneo tocando los puertos de Nápoles, Livorno, Marsella, Valencia y vuelta a Cádiz para empezar otra vez.
En el mismo viaje pude visitar Pompeya, Pisa y subir al Empire State Building. Una gozada.
Casualmente este año 2012, el año en el que he vuelto por cuarta vez a New York, estuve en verano en Pisa, en un viaje de vacaciones familiares por Italia. Esta vez no he subido al Empire State porque ya lo hice en 2010 y he preferido verlo desde el Top of the Rock, en el Rockefeller Center.
En fin, una pequeña casualidad que 24 años después, el mismo año que he regresado por primera vez a Pisa, haya estado de nuevo en New York.
Y el año que viene otra vez, que el Maratón de NYC lo tengo pendiente.
 
En Pisa, agosto de 2012.

En Pisa, octubre de 1988.

En el Empire State, en 1988.

En el Top of the Rock en 2012.
 
Y otra casualidad, en verano vi este jabalí en Florencia, el "Porcellino" del mercado, y resulta que me lo encontré también en New York, junto al puente de Queesboro. No sabía que también estaba allí.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Mi peor pesadilla



Foto: Diario de Navarra

De nuevo la tragedia viene de las carreteras. El profesional del Mountain Bike Iñaki Lejarreta murió el domingo por la mañana atropellado cerca de su casa, un mañana con buen tiempo, en una recta sin tráfico limitada a 50 km/h. Un accidente inexplicable a priori. Los primeros pensamientos que tuvimos todos al enterarnos (y que se reflejaron en buena medida en los foros de Internet y en las redes sociales) es que algún borracho malnacido que volvía de estar toda la noche de juerga atropelló (casi se podría decir asesinó) a Iñaki por culpa de su incivismo conduciendo.
Poco después se informaba de que el autor del atropello era un joven del pueblo, voluntario de la Cruz Roja, que regresaba a casa tras estar de guardia por la noche en su puesto en esa institución de auxilio. Había que empezar a ser más cautos a la hora de calificar a ese joven. Descuido, mala suerte, cansancio, el sol de cara,... Empezábamos ya a pensar en un accidente fortuito, algo que nos puede pasar a cualquiera y que la mala suerte transformó en una inmensa tragedia.
Pero hoy miércoles sale la noticia de que el conductor dio, en el análisis preliminar, positivo por drogas y alcohol.
¿Cómo es eso posible? ¿Es que mientras estaba de guardia en la Cruz Roja el chaval estaba fumando porros y bebiendo cervezas? ¿O sería que su turno acabó a la mitad de la noche del sábado y antes de ir a casa decidió pasar un rato con sus colegas en algún tugurio?
Algo no encaja pero de nuevo Internet echa humo y algunos hablan claramente de que había que lincharlo, e insultos de todo tipo se dedican a este individuo (por decir algo).
Pero hay que ser muy cautos con lo que se publica en los medios, sobre todo en los primeros momentos, pues ahora ya se matiza que el positivo (en un test preliminar, se insiste) es solo de drogas, no de alcohol, y que además sería compatible con la toma de medicamentos. Incluso se informa de la existencia de un certificado médico para esos medicamentos.
Por supuesto este chaval ha cometido una imprudencia, y esa imprudencia ha costado la vida a un joven deportista que además deja a una mujer a punto de dar a luz su primer hijo. Una tragedia que a nadie le gustaría vivir.
Conducir cansado y tomar medicamentos no es una buena combinación. Pero a veces todos hacemos esas cosas. Que levante el dedo el ciclista que nunca ha conducido su coche cansado, o incluso tras una cena en la que ha bebido un poco de vino, o que conduce mientras está medicado con una medicina de la que no ha leído el prospecto.
Estas cosas nos pueden pasar a cualquiera, ciclistas o no ciclistas. Incluso los más prudentes pueden tener un pequeño despiste, y si en ese momento hay un ciclista delante de nuestro coche pude pasar algo así. El ser ciclistas no nos hace automáticamente ser conductores más prudentes. O nadie ha oído a amigos ciclistas comentar la velocidad punta que ha alcanzado con su nuevo coche, o decir que es capaz de ir a Madrid en tantas horas o cosas así.
Mi peor pesadilla no es que mientras entreno en bici un coche me atropelle y me mate. No. Mi peor pesadilla es ir conduciendo, despistarme un segundo (pues con un segundo es suficiente) y matar a un ciclista o a un niño. Y esa pesadilla me hace ser más prudente, pero no me libra de que un día se pudiera hacer realidad.
No me gustaría estar en el pellejo del conductor que mató a Iñaki Lejarreta.
Descanse en paz Iñaki, y tened mucho cuidado en la carretera.

martes, 27 de noviembre de 2012

Resumen de una temporada maravillosa

Una año fantástico

Con la llegada a la meta del Maratón de San Sebastián este pasado domingo termino una temporada deportiva que ha sido fantástica para mí. Nuevas pruebas míticas terminadas, viajes de ensueño, revivir sensaciones de pasadas gestas, visita a lugares de leyenda,... Casi no tengo palabras para transmitiros todo lo que he sentido este año, así que lo haré con algunas fotos y breves apuntes a vuelapluma.
1 de enero. Como suele ser habitual, si hace buen tiempo, empezamos con las primeras pedaladas con algunos amigos de la S.C. Bilbaina. Gorliz y Cabo Villano suele ser nuestra primera excursión.
Entrenos en marzo ya más largos y con más fundamento. Aquí estoy en la bajada del precioso puerto de Orduña tras una mañana exigente.
 
10 de junio: primer objetivo del año, y uno de los más difíciles. La París Roubaix. Se me hizo muy dura por una lesión que me impidió llegar bien y que me dio guerra en la segunda mitad de la prueba. El pavés durísimo, nada que hubiese experimentado antes, ni siquiera en Flandes en 2009. Éste es el de Aremberg. Una salvajada. 
Sin duda una gran satisfacción el llegar a la meta.Ya lo dice el cartel del velódromo de Roubaix: "El infierno del norte conduce al paraíso", y es cierto, doy fe de ello. 
Bonita foto en la que se ve mi sufrimiento. No es el cansancio, es el dolor. Es una carrera única. 
Tras terminar el tramo de pavés que llega al Carrefour del'Arbre. El último tramo de los duros. Ya empiezo a recuperar la sonrisa. 
La ducha en el velódromo es un momento histórico. Merece la pena.
Y todo por una piedra. Si es que estamos un poco locos.
 
30 de junio: segundo desafío. La Luchón Bayona de un tirón. Casi veinte horas para 321 km con todos los puertos del Círculo de la Muerte. 
Sí. Tuve que echar pie a tierra en el Tourmalet. La lesión seguía dando guerra. Pero, qué importa, Octave Lapize también subió un rato a pie en 1910. 
Por ahora disfrutando de la luz del día y del sol. Después del Aubisque vino la lluvia y la soledad de la noche. Una gran sensación, aunque con cierta dureza. 
Primer paso por el Tourmalet del año. Por la vertiente de La Mongie. Siempre un instante emocionante.
Y todo por unos sellos...
 
 
14 de julio: tercer reto. La Etapa del Tour Pau Luchón. Antes de la salida inquieto por el nuevo reto que tenía por delante. 
Circo de Litor. Ya empezaba el sufrimiento por la lluvia y por el frío. Las bajadas fueron un infierno. 
Segundo paso por el Tourmalet del año. Esta vez por Luz pero por la estación de Bareges. 
En el Tourmalet siempre sonrío, aunque la temperatura sea de 6ºC. 
Y aquí, en el Peyresourde, sonreía más porque ya estaba cerca el final. 
Feliz tras la meta en Luchón. Doce horas de frío son como para estar contento de terminar. Y todo por una medallita.
 
En julio nueva visita al Tourmalet, con mi hijo y por Luz pero por la Vía Fignon, así he subido el Tourmalet el mismo año por sus tres variantes. 
En el Aspin, tras ver una de las etapas del Tour de Francia.

31 de julio. La guinda del pastel para poner fin a mi temporada de bici. El Stelvio
Un lugar para quedarse mucho rato.
Decir que el Stelvio es la carretera más hermosa del mundo quizás es quedarse corto.
 
 
20 de octubre: Medio Maratón nocturno de Bilbao. Era mi última preparación para el desafío final: El Maratón de New York.
 
 
Tras recoger el dorsal del Maratón de NY y antes de enterarnos de la cancelación de la carrera. 
4 de noviembre. Este era el gran día que iba a poner broche de oro a mi temporada. No pudo ser. Pero por lo menos corrí alrededor de Manhattan. 
Con el Empire State de fondo. 
Y todo por una medalla que ahora no me vale.
 
 
25 de noviembre. No pudo ser el maratón de NY, pero corrí el de San Sebastián con la camiseta de NY. (En SS es donde en 1997 hice mi mejor marca -3:39-). 
Contento por llegar a meta en 4:17. Pero no es lo mismo que terminar NY. El año que viene seguro que sí. 
Y última medalla del año. La verdad, un año increíble.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cultura + Ciclismo = Cultura Ciclista

CULTURA + CICLISMO = CULTURA CICLISTA

Ya os comenté en una entrada anterior (CULTURA CICLISTA, Nueva editorial de ciclismo) el feliz y deseado nacimiento de una nueva editorial especializada en libros sobre el ciclismo (biografías, relatos, ensayos, etc.). La salida a la luz de Cultura Ciclista fue con estos cuatro libros:




Por supuesto, en cuanto me enteré de la buena nueva encargué los cuatro y me los leí casi del tirón, aunque no he tenido tiempo para comentaros algo sobre ellos hasta hoy.
La verdad es que no me han defraudado nada. Empecé con la lectura de los dos libros sobre el dopaje del danés Verner Moller, y la verdad es que son un poco arduos de leer, ya que tienen bastantes tecnicismos legales y planteamientos éticos sobre el dopaje y las trampas en el deporte que hacen que debamos abordar la lectura con una cabeza despejada para no perder el hilo. Pero creo que el tema requiere esa profundidad con las que lo expone el autor, experto en la materia del dopaje y la fisiología del deporte.
Su lectura nos hace pensar sobre la hipocresía de la sociedad con el dopaje y la doble vara de medir que hay con los diferentes deportes, diferentes deportistas y diferentes trampas. Con el caso Armstrong esto es un tema de rabiosa actualidad.
Todo aquel amante del ciclismo y del deporte en general debería leer estos libros, ya que seguramente le hará replantearse todos sus previos e inquebrantables principios que tenía sobre el dopaje y los tramposos.
Después, ya con más placer, me dediqué a gozar con la lectura del libro de Jean Bobet "Mañana salimos". Jean era hermano de Louisson Bobet, y también fue ciclista profesional, uno de los pocos de aquella época con estudios universitarios, lo que se nota en su forma de escribir y en sus ideas sobre el ciclismo y la vida. Es un libro muy bonito que nos lleva a una época del ciclismo que casi ninguno hemos vivido y que, desde nuestra perspectiva moderna, fue mucho más romántica que lo que es el ciclismo de hoy día. También, cómo no, Jean nos da su opinión sobre el dopaje, algo que parece unido a la historia del ciclismo de forma inseparable, por desgracia.
Para finalizar dejé el libro más antiguo de todos, el de Charles Terront "Inventando el ciclismo". Terront fue uno de los pioneros en las carreras de velocípedos, biciclos, bicicletas y demás artilugios del último tercio del s. XIX y ganó la primera edición de la "París - Brest - París" en 1891. Es una pena que solo hable de esta victoria histórica al final del libro y en pocas páginas, ya que yo pude estar como periodista en la edición de esta carrera (ahora ya marcha cicloturista de gran fondo -1200 km en una etapa-) en el año 1999, y me apetecía leer sobre lo que pensaba en 1891 su primer vencedor.
De todas formas Terront nos habla en forma autobiográfica de toda su carrera como ciclista desde sus inicios hasta su retirada, y es una forma de descubrir una prehistoria del ciclismo que casi ni se parece al ciclismo que conocemos. Además, su prosa es amena y sin adornos, va al grano y todo lo que nos cuenta es muy interesante y nos deja boquiabiertos al compararlo con lo que hoy somos capaces o no de hacer los cicloturistas modernos.
Cultura Ciclista acaba de sacar un nuevo libro, "Un hombre en fuga", que es la biografía de Marco Pantani, el gran campeón italiano que subió a los cielos de la fama y de la gloria y acabó en los infiernos de las drogas y del ostracismo. Acabo de encargar el libro y estoy deseando leerlo.
Y está a punto de ver la luz el libro autobiográfico del campeón francés Laurent Fignon "Éramos jóvenes e incoscientes". No lo voy a pedir porque ya lo compré en inglés cuando salió. Os lo recomiendo vivemente. Fignon lo escribió cuando ya estaba enfermo y sabía que no le quedaban muchos meses y no se calla nada. Habla del dopaje en su época y de sus relaciones tortuosas con Hinault y con Guimard. Para los que empezamos a vivir el ciclismo en la década de los 80 es un libro imprescindible que nos trae grandes recuerdos. Fignon era todo un carácter y fue uno de los mejores corredores de su época.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Mi viaje al "No Maratón" de New York City

Pues ya estoy en casa tras una semana trepidante en la ciudad de los rascacielos, New York, la capital del mundo más internacional.
Un viaje de contrastes, no solo por los que ves en NY, donde hay de todo, sino por el contraste de emociones que he vivido.
Por la parte positiva está el viaje en sí. Nueva York me encanta, es mi cuarto viaje a esta ciudad y no me cansa. Sus calles, su vitalidad, sus edificios, la gente,... Todo en NY es digno de pasar todo el día con los ojos bien abiertos para no perderte nada. Es una ciudad con un sonido especial. El pi-pi característicos de las bocinas de los coches, el ruido del metro, el viento. Es una ciudad con una luz especial, tanto de día, con los rayos de sol esforzándose por llegar al asfalto entre tanto edificio alto, como de noche, donde las luces del neón de los anuncios se impone y te ilumina continuamente. Y es también una ciudad con un olor especial, un olor a perrito caliente, a salsa de hamburguesa y a comida rápida, y un olor a perfume caro y a glamour.
También en la parte positiva está la gente que he conocido del grupo con el que fui de la empresa Sportravel, y los amigos que he vuelto a ver allí, como Juan y su mujer Linda, que no solo me recibieron en su casa de Pensylvannia los dos últimos días, sino que Juan me llevó en su avioneta para poder ver NY desde el aire, tras saber que el vuelo turístico que había contratado en helicóptero se canceló por los daños del huracán.
Luego está la parte negativa, la de la cancelación de la carrera el viernes por la tarde, cuando los 47.000 participantes ya estábamos en la ciudad. Expresé mi opinión en este artículo del diario El Correo el mismo domingo en el que teníamos que estar corriendo.
El instante en que me lo comunicaron, cuando regresaba al Hotel tras dar una vuelta por la ciudad y haber cogido mi dorsal por la mañana, fue como una catarata de emociones y sentimientos que recorrió todo mi cuerpo en dos segundos. El primer segundo fue pensar que me estaban gastando un broma, y en el siguiente segundo, tras ver en los rostros de la gente que no era ninguna broma, mi mente pasó de pensar que qué le íbamos a hacer, que no había nada en nuestra mano que cambiara la situación, a pensar una alternativa (el maratón de San Sebastián que es el domingo 25 de noviembre) y que el año que viene ya tenía una excusa para volver a NY.
Porque siento que me han quitado algo. Siento que me faltan esas sensaciones que sabía que iba a tener durante toda la carrera. Durante los kilómetros de entrenos había soñado en cruzar el puente Verrazano, en entrar en Brooklyn rodeado de miles de corredores y aplaudido por miles de personas, había imaginado cómo iba a pasar los malos momentos a partir del km 25, y, lo más importante, había soñado muchas veces en cruzar la meta de Central Park con los brazos al cielo y con la piel de gallina. Y sé que esas sensaciones solo las podré tener si vuelvo a New York y acabo el trabajo. No me valen otros maratones. Es como lo que sentí en el velódromo de Roubaix en junio, solo lo puedes sentir allí.
En fin. Una semana fantástica y una sensación de vacío muy grande. Cuando los de la organización de Sportravel me dieron la medalla de la carrera pensé en la ilusión con la que había soñado en juntarla con la piedra de Roubaix hace meses y la poca ilusión que me hace verla ahora.
Nueva York me debe algo, me debe una experiencia única en la vida. Y pienso cobrarme esa deuda.

Pongo aquí unas fotos. Hay más en mi facebook: https://www.facebook.com/media/set/?set=a.4477618270210.2166668.1582594551&type=1&l=e19852d2c2

Corriendo 22 km el día del No Maratón alrededor de Manhattan. Un día espectacular.

Corrí una hora con estos amigos de California y de Cuba.

El año que viene habrá que pasar de verdad esta meta.

Miles de runners por Central Park el 4 de noviembre.

El Sandy dejó su recuerdo en esta parte de la costa de New Jersey.

Sobrevolando el río Hudson. Qué experiencia más inolvidable.

Corriendo junto al Delaware River antes de regresar a casa.

Qué bonito es Manhattan.

Esta medalla no me sirve.

¿Os he dicho que qué bonito es Manhattan?

El sol se pone tras Miss Liberty.

El Empire State building, el edificio más elegante del mundo.

Tenía preparado esto para la llegada del maratón. Siempre me acuerdo de Felix en estas ocasiones y eso me ayuda a aguantar el sufrimiento.

Con Linda y Juan en su casita.

Muy bonito el puente de Brooklyn.

El cubano de NY Ibra Morales, con el que corrí un rato y que tiene el record de participaciones en el maratón de NYC con 37 maratones hechos. 
 
Juan y su amigo tras el vuelo de tres horas que me obsequiaron.

Puente de Queensboro. Woody Allen,... Manhattan...

¿Os he dicho que qué bonito es Manhattan?