Hoy se ha corrido una nueva edición de este monumento, así que aquí tenéis esta tercera entrega de la serie sobre las Grandes Clásicas.
Tour de Flandes: la más dura
Karel Van Wynandaele no pasó a la historia del ciclismo por ser un gran ciclista, pero gracias a él hoy día disfrutamos de uno de los monumentos del ciclismo: el Tour de Flandes.
Karel era un cronista de deporte en los periódicos locales flamencos, y quedó impactado por carreras como la París Bruselas o la París Roubaix. Karel quería lo mismo en su tierra, en Flandes, y cuando en 1912 tuvo la oportunidad de colaborar en el lanzamiento de un nuevo periódico deportivo semanal, el “Sportwereld” se le presentó la ocasión para emular a otros periódicos creadores de grandes carreras, y apostó por la organización de una épica prueba flamenca, lo que sería el Tour de Flandes, la “Ronde van Vlaanderen”.
La primera edición se disputó en 1913, a lo largo de 330 terribles kilómetros, atravesando los lugares más atractivos de Flandes por deseo de Van Wynandaele. Los dos primeros años fueron difíciles, pues tan sólo salieron 37 ciclistas en 1913 y una decena al año siguiente. Además, la I Guerra Mundial parecía poner fin a la carrera prácticamente nada más nacer.
En 1919, terminada la contienda y en una Europa destrozada, Karel perseveró en su empeño de sacar adelante como fuera la prueba, organizando una tercera edición, incluyendo esta vez en el recorrido el Kwaremont. Pero de nuevo la empresa estuvo a punto de fracasar, esta vez por falta de patrocinadores. Por suerte, al año siguiente una marca de bicicletas francesa se decidió a colaborar.
En las primeras ediciones coincidía en el calendario con la Milán San Remo, restándole muchos participantes. Luego se decidió cambiar la fecha para que se disputara una semana antes que la París Roubaix.
La II Guerra Mundial y algunos cambios en la empresa editora del “Sportwereld” pusieron de nuevo en dificultades la prueba, pero Karel Van Wynandaele mantuvo la llama de la ilusión por su carrera y logró solventar todas las dificultades. Cuando murió, en 1961, el Tour de Flandes ya era una carrera consolidada entre las más grandes del calendario mundial.
Entre los grandes corredores que han dejado su huella en esta carrera podemos citar a muchos. Entre 1940 y 1959, Briek Schotte participó en veinte ediciones consecutivas, ganando dos de ellas (42 y 48), y siendo otras dos veces segundo y cuatro veces tercero. En su primera participación fue tercero, y con lo que ganó compró una lavadora a su madre.
En 1944, un joven de 19 años llamado Rik Van Steenbergen, ganó la carrera en su primera participación. Rik odiaba correr con mal tiempo, algo habitual en el Tour de Flandes, y ante el asombro de todos, al año siguiente decidió no correr. “Seguramente ganaré mucho más en cualquier otro lado”, dijo el joven Rik. Pero al año siguiente volvió a ganar, dejando claro que era un corredor hecho para esta carrera. Van Steenbergen no la ganó nunca más, pues no la disputó muchas más veces.
Otro Rik, Van Looy, ganó en el 59 y en el 62. Casualmente, en estas dos victorias el gran corredor flamenco sufrió dolores intestinales que a punto estuvieron de costarle el triunfo. En 1959, aún algo convaleciente de una operación, y con problemas de infección intestinal que le obligaban a llevar una dieta estricta, Rik tuvo una repentina necesidad de ir detrás de un árbol. Pero la situación de la carrera no se lo permitió, así que, imaginaos. Era su sexta participación y Rik deseaba la victoria por encima de cualquier otra cosa.
A finales de los 60, Eddy Merckx ya había ganado al menos una vez todas las grandes carreras, pero le faltaba una victoria en Flandes, algo que seguro que le fastidiaba habida cuenta de su afán de ganarlo todo. Merckx “sólo” ganó dos veces el Tour de Flandes, pero en ambas ocasiones fueron victorias a lo grande. En 1969 con muy mal tiempo, a falta de 70 km de la llegada, el viento hacía que los veintidós ciclistas que quedaban en el grupo de cabeza intentaran chupar rueda de los demás, bueno, más que de los demás, de Merckx, a quien no daban un relevo. Merckx decidió que para ir así iba mejor solo, y atacó haciendo en solitario los últimos 70 km para vencer como el campeón que era, con cinco minutos de ventaja sobre Felice Gimondi, que hizo segundo.
Una demostración así parecía difícil de superar, pero en 1975 atacó en el Kwaremont, a 104 km de meta. Sólo le pudo seguir Frans Verbeeck, hasta que a 6 km de meta siguió ya en solitario. Verbeeck, que llegó fundido por haber aguantado tanto tiempo el ritmo del “Caníbal”, declaró en la meta que sólo había visto el tubular trasero de Merckx, un Clément.
En 1985 el tiempo también fue determinante en la victoria de Eric Vanderaerden. No paró de llover en todo el día, y gran parte del recorrido era un barrizal. Eric pinchó, pero pudo regresar a la cabeza de carrera y atacar más tarde en Geraardsbergen, llegando escapado a meta. Eric dijo que el Tour de Flandes es una carrera en la que el tiempo debe ser malo, si no los grandes corredores no pueden marcar la diferencia.
En los años 90 Johan Musseuw ganó la carrera tres veces (93-95 y 98). Conocido como “el León de Flandes” (el que ondea en la bandera flamenca), Johan pudo ganar en más ocasiones con un poco de más suerte, pero las averías mecánicas en momentos críticos y las lesiones le restaron posibilidades.
La característica principal del recorrido del Tour de Flandes, que va de Brujas hasta Ninove en 264 km, son, sin duda alguna, sus “muros” de pavés. Son subidas cortas, pero que encierran en algunos casos rampas de más del 20%, lo que unido a que en lugar de asfalto tienen adoquines, y que a menudo están mojados, hace que en estos “muros” la carrera se decida.
A lo largo de los años muchos de estos tramos se han ido asfaltando, pero los flamencos han sabido entender la importancia histórica (y turística) de estos tramos de leyenda y hoy día se encuentran protegidos para preservar la esencia de este viejo ciclismo, aunque a veces, como en 1987 en el Koppenberg cuando se cayó Jesper Skibby, el mal estado de los tramos han causado incidentes. El más famoso de todos los muros es el de Geraardsbergen, conocido como el Kapel Muur, (y Muro de Gramont en francés) donde se ha escapado el vencedor en muchas ocasiones pues está a menos de 20 km de la meta.
Flandes cicloturista
La “Ronde van Vlaanderen” tiene también su versión para nosotros. Hay que empezar señalando que es cicloturista, no ciclodeportiva, y que los más de 18.000 participantes que acuden en los últimos años pueden elegir entre varias opciones, tanto en carretera como en BTT, eso sí, respetando en todo momento las normas de circulación, semáforos incluidos a pesar de rodar en pelotones numerosos.
Para los que preferimos la carretera hay tres distancias a elegir: 70, 140 y la distancia completa como los profesionales. Eso sí, todas las versiones incluyen el tramos de los muros, para que todos puedan sentir en sus piernas lo que han sentido durante tantas y tantas décadas los mejores profesionales del mundo.
Información:
www.rvv.be
Karel Van Wynandaele no pasó a la historia del ciclismo por ser un gran ciclista, pero gracias a él hoy día disfrutamos de uno de los monumentos del ciclismo: el Tour de Flandes.
Karel era un cronista de deporte en los periódicos locales flamencos, y quedó impactado por carreras como la París Bruselas o la París Roubaix. Karel quería lo mismo en su tierra, en Flandes, y cuando en 1912 tuvo la oportunidad de colaborar en el lanzamiento de un nuevo periódico deportivo semanal, el “Sportwereld” se le presentó la ocasión para emular a otros periódicos creadores de grandes carreras, y apostó por la organización de una épica prueba flamenca, lo que sería el Tour de Flandes, la “Ronde van Vlaanderen”.
La primera edición se disputó en 1913, a lo largo de 330 terribles kilómetros, atravesando los lugares más atractivos de Flandes por deseo de Van Wynandaele. Los dos primeros años fueron difíciles, pues tan sólo salieron 37 ciclistas en 1913 y una decena al año siguiente. Además, la I Guerra Mundial parecía poner fin a la carrera prácticamente nada más nacer.
En 1919, terminada la contienda y en una Europa destrozada, Karel perseveró en su empeño de sacar adelante como fuera la prueba, organizando una tercera edición, incluyendo esta vez en el recorrido el Kwaremont. Pero de nuevo la empresa estuvo a punto de fracasar, esta vez por falta de patrocinadores. Por suerte, al año siguiente una marca de bicicletas francesa se decidió a colaborar.
En las primeras ediciones coincidía en el calendario con la Milán San Remo, restándole muchos participantes. Luego se decidió cambiar la fecha para que se disputara una semana antes que la París Roubaix.
La II Guerra Mundial y algunos cambios en la empresa editora del “Sportwereld” pusieron de nuevo en dificultades la prueba, pero Karel Van Wynandaele mantuvo la llama de la ilusión por su carrera y logró solventar todas las dificultades. Cuando murió, en 1961, el Tour de Flandes ya era una carrera consolidada entre las más grandes del calendario mundial.
Entre los grandes corredores que han dejado su huella en esta carrera podemos citar a muchos. Entre 1940 y 1959, Briek Schotte participó en veinte ediciones consecutivas, ganando dos de ellas (42 y 48), y siendo otras dos veces segundo y cuatro veces tercero. En su primera participación fue tercero, y con lo que ganó compró una lavadora a su madre.
En 1944, un joven de 19 años llamado Rik Van Steenbergen, ganó la carrera en su primera participación. Rik odiaba correr con mal tiempo, algo habitual en el Tour de Flandes, y ante el asombro de todos, al año siguiente decidió no correr. “Seguramente ganaré mucho más en cualquier otro lado”, dijo el joven Rik. Pero al año siguiente volvió a ganar, dejando claro que era un corredor hecho para esta carrera. Van Steenbergen no la ganó nunca más, pues no la disputó muchas más veces.
Otro Rik, Van Looy, ganó en el 59 y en el 62. Casualmente, en estas dos victorias el gran corredor flamenco sufrió dolores intestinales que a punto estuvieron de costarle el triunfo. En 1959, aún algo convaleciente de una operación, y con problemas de infección intestinal que le obligaban a llevar una dieta estricta, Rik tuvo una repentina necesidad de ir detrás de un árbol. Pero la situación de la carrera no se lo permitió, así que, imaginaos. Era su sexta participación y Rik deseaba la victoria por encima de cualquier otra cosa.
A finales de los 60, Eddy Merckx ya había ganado al menos una vez todas las grandes carreras, pero le faltaba una victoria en Flandes, algo que seguro que le fastidiaba habida cuenta de su afán de ganarlo todo. Merckx “sólo” ganó dos veces el Tour de Flandes, pero en ambas ocasiones fueron victorias a lo grande. En 1969 con muy mal tiempo, a falta de 70 km de la llegada, el viento hacía que los veintidós ciclistas que quedaban en el grupo de cabeza intentaran chupar rueda de los demás, bueno, más que de los demás, de Merckx, a quien no daban un relevo. Merckx decidió que para ir así iba mejor solo, y atacó haciendo en solitario los últimos 70 km para vencer como el campeón que era, con cinco minutos de ventaja sobre Felice Gimondi, que hizo segundo.
Una demostración así parecía difícil de superar, pero en 1975 atacó en el Kwaremont, a 104 km de meta. Sólo le pudo seguir Frans Verbeeck, hasta que a 6 km de meta siguió ya en solitario. Verbeeck, que llegó fundido por haber aguantado tanto tiempo el ritmo del “Caníbal”, declaró en la meta que sólo había visto el tubular trasero de Merckx, un Clément.
En 1985 el tiempo también fue determinante en la victoria de Eric Vanderaerden. No paró de llover en todo el día, y gran parte del recorrido era un barrizal. Eric pinchó, pero pudo regresar a la cabeza de carrera y atacar más tarde en Geraardsbergen, llegando escapado a meta. Eric dijo que el Tour de Flandes es una carrera en la que el tiempo debe ser malo, si no los grandes corredores no pueden marcar la diferencia.
En los años 90 Johan Musseuw ganó la carrera tres veces (93-95 y 98). Conocido como “el León de Flandes” (el que ondea en la bandera flamenca), Johan pudo ganar en más ocasiones con un poco de más suerte, pero las averías mecánicas en momentos críticos y las lesiones le restaron posibilidades.
La característica principal del recorrido del Tour de Flandes, que va de Brujas hasta Ninove en 264 km, son, sin duda alguna, sus “muros” de pavés. Son subidas cortas, pero que encierran en algunos casos rampas de más del 20%, lo que unido a que en lugar de asfalto tienen adoquines, y que a menudo están mojados, hace que en estos “muros” la carrera se decida.
A lo largo de los años muchos de estos tramos se han ido asfaltando, pero los flamencos han sabido entender la importancia histórica (y turística) de estos tramos de leyenda y hoy día se encuentran protegidos para preservar la esencia de este viejo ciclismo, aunque a veces, como en 1987 en el Koppenberg cuando se cayó Jesper Skibby, el mal estado de los tramos han causado incidentes. El más famoso de todos los muros es el de Geraardsbergen, conocido como el Kapel Muur, (y Muro de Gramont en francés) donde se ha escapado el vencedor en muchas ocasiones pues está a menos de 20 km de la meta.
Flandes cicloturista
La “Ronde van Vlaanderen” tiene también su versión para nosotros. Hay que empezar señalando que es cicloturista, no ciclodeportiva, y que los más de 18.000 participantes que acuden en los últimos años pueden elegir entre varias opciones, tanto en carretera como en BTT, eso sí, respetando en todo momento las normas de circulación, semáforos incluidos a pesar de rodar en pelotones numerosos.
Para los que preferimos la carretera hay tres distancias a elegir: 70, 140 y la distancia completa como los profesionales. Eso sí, todas las versiones incluyen el tramos de los muros, para que todos puedan sentir en sus piernas lo que han sentido durante tantas y tantas décadas los mejores profesionales del mundo.
Información:
www.rvv.be
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