Y terminó el Tour. Y ganó Carlos Sastre, uno de los favoritos (aunque no el más favorito) de los que se barajaban antes de la salida.
Me alegro por el triunfo de Carlos, creo que se lo merece y es un corredor de los que siempre ha estado allí los últimos años. Se le ve metódico, trabajador, muy profesional. Y es una persona que se hace querer, de las que no alza la voz y no dice una mala palabra a nadie. Tal vez no sea un tipo de deportista de los que enganchan con el gran público, pero entre los que seguimos el ciclismo es difícil oír a alguien al que le caiga mal.
A Carlos le ha venido el éxito tras muchos años trabajando para otros líderes en diferentes equipos. Cuando estaba en la ONCE apenas pudo brillar para sí mismo. Luego en el CSC tuvo que trabajar para Hamilton y Basso antes de tener que tomar las riendas del equipo, eso sí, siempre compartiendo galones con otros compañeros, como los hermanos Schleck.
También me gustaría destacar el gran triunfo de Óscar Freire al ganar una etapa y la general por puntos (primer español en hacerlo). Freire es otro corredor que, como Sastre, hace su trabajo día a día, se sobrepone a las lesiones, no se mete con nadie y casi sin que el gran público se lo reconozca es capaz de ganar etapas de Tour y Vuelta, tres Mundiales, y ahora este maillot verde tan codiciado por muchos esprinters.
Es una lástima que, por circunstancias ajenas a lo extrictamente deportivo, no hayan estado ni Alberto Contador ni Tom Boonen.
Con Contador el Tour 2008 hubiese sido muy diferente, porque creo que Alberto está un punto por encima de los corredores que han ocupado las primeras plazas de la general. Y con Tom Boonen en los esprints y en la pelea por el maillot verde hubiésemos visto un espectáculo grandioso y tal vez Mark Cavendish (que tiene un futuro magnífico en el ciclismo) no hubiese ganado cuatro etapas.
Sobre el Euskaltel Euskadi creo que hay que ser realistas y comprender que ganar una etapa en el Tour está muy caro, y que los dos segundos puestos de Egoi y de Samu, más la 7ª plaza de éste en la general (además de algunos destellos de otros corredores) son un botín que no está mal.
No quiero terminar este breve análisis de lo que ha sido el Tour sin elogiar el magnífico trabajo de todo el equipo CSC. Visto lo visto, no me extraña que Riis lo tuviera difícil para dejar en casa a Íñigo Cuesta (un corredor que es casi siempre un fijo en las grandes vueltas), pues no tiene que ser nada fácil elegir a nueve corredores para el Tour entre tantos corredores buenos.
He leído comentarios críticos sobre el excesivio nivel demostrado en la montaña por corredores como Cancellara o Voight. Hoy en día es fácil sospechar de todo y de todos, pero los que opinan así no entienden el trabajo de los gregarios. En la época de Armstrong, en la de Indurain, en la de Rominger, o en la de cualquier corredor que dominara una gran carrera por etapas se ha visto siempre que muchos corredores de equipo que en circunstancias normales no estarían delante en una etapa de montaña aguantan en cabeza más que muchos líderes de otros equipos. La explicación para el que entiende algo de ciclismo y ha subido puertos con los amigos, es obvia y sencilla: para Cancellara, para Voight (o para los gregarios de cada campeón) la etapa no termina bajo la línea de meta, sino que termina sencillamente cuando no pueden más. Y la diferencia entre tener que disputar una etapa, o simplemente ir a tope hasta que no puedes más es abismal. Y no sólo físicamente, sino mentalmente. Por eso la vida deportiva de los gregarios suele ser más longeva que la de los corredores ganadores, que son siempre líderes de sus equipos.
En fin. Siempre habrá malpensados.
A ver si ahora Contador gana la Vuelta, Freire gana su cuarto Mundial, y Samu gana la Clásica de San Sebastián.
Seguiremos atentos a las carreras.