Un guiño. En este pequeño gesto lleno de complicidad puede resumirse la diferencia entre el Tour de Francia y la Vuelta a España.
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Íñigo no me vio. Le animé por su nombre casi al oído, le empujé, y a pesar de todo no me vio. Lo sé porque unos días después de terminar el Tour hablé con él y me dijo literalmente "en el Tour no veo nada".
El martes pasado, en los Lagos de Covadonga, Íñigo encabezaba un pequeño grupo que no iba demasiado por detrás de su líder, Carlos Sastre (en la foto). Seguro que Íñigo había trabajado ese día y seguro que estaba cansado. Sin embargo, cuando le animé desde el otro lado de la carretera, me miró y me lanzó un guiño mientras seguía pedaleando en cabeza.
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