lunes, 9 de julio de 2007

Toma Gino, bebe.

Ahora que ya ha comenzado la madre de todas las carreras, el Tour de Francia, y para recordar a más de uno que la épica en el ciclismo, el fair play, las grandes gestas, los hermosos gestos, las rivalidades legendarias, y tantos y tantos momentos de grandeza en nuestro deporte han sido, son y serán los que mantengan la leyenda del Tour y del ciclismo, por encima de todo lo que pasa y de lo que no pasa pero se dice que pasa, os copio un fragmento del prólogo del libro “Campeones” de Simón Rufo, (Ed. Geran, 1974).


Toma Gino, bebe

Se disputaba el Tour de Francia de 1949. Era el 11 de julio y sobre la cadena pirenaica caía un sol abrasador. En la ascensión al Aubisque el calor era insoportable. En primera posición, destacado, subía Apo Lazarídés. Tras él, a varios minutos, Fausto Coppi y Gino Bartali se debatían en silencio contra las duras rampas, el calor y... su rivalidad mutua. Los motores de los coches seguidores jadeaban casi impotentes para soportar los desniveles y las elevadas temperaturas. Fausto y Gino sólo escuchaban el ritmo acelerado de su propia respiración y el lento rodar de sus máquinas sobre la gravilla. Un silencio perfecto acompañaba el forzado discurrir de los dos campeones en su lucha titánica por alejarse del valle. Coppi y Bartali habían colocado bajo su gorra unas hojas de lechuga empapadas para sentir la ilusión de un frescor imposible. Antes de llegar a las rampas más duras, «El Monje volador» había intentado distanciar a «Il Campionissimo» sin conseguirlo. Sus violentos demarrajes se habían estrellado contra la fortaleza monolítica de un Fausto en plenitud. En el alma de Gino comenzaba a traducirse la impaciencia, la impotencia, casi el miedo ante la posibilidad que Coppi fuera a marcharse solo. Al afrontar las rampas más violentas de la ascensión, en el rostro de cuero de Bartali y, sobre todo, en sus ojos se veían las huellas del miedo, de la sed, de la impotencia. Un destello febril de desesperación centelleaba en la mirada del veterano campeón. En este trance, Coppi echó mano de su bidón y en la mente de Gino sé agotó por un instante el último rescoldo de esperanza: "Fausto se va a marchar solo. En cuanto se tome el poco agua que le queda se marchará y no podré responder a su ataque. No me queda una gota de agua y tengo una sed insoportable. Me va a dejar en ridículo.» Fausto, que había comprendido el trance casi agónico de su eterno rival, de su querido camarada, de su perenne amigo, tuvo uno de los gestos más caballerescos que recuerda la historia del ciclismo de todos los tiempos:
—Toma Gino, bebe.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin embargo en otros sitios se habla de que fue Gino Bartali quién pasó el agua a Fausto Coppi quien finalmente ganaría el Tour de ese año.

Puedes leer toda la historia en
http://www.amigosdelciclismo.com/articulos/bartali.asp

Javier Sánchez-Beaskoetxea dijo...

Veo en la misma web de amigosdelciclismo otro artículo donde se explica que en el Aubisque (en la etapa Pau-Luchon) sí fue Coppi quien dio agua a Bartali (hecho que se narra en el post que subí), pero que la famosa foto donde no queda claro quién le da el bidón a quién está sacada en el Galibier, en otra etapa diferente.