miércoles, 25 de julio de 2007

El Tour 2007 y Vinokourov


Cuando regresaba para Bilbao tras haber visto la etapa del lunes 23 (día de mi 44º cumpleaños, por cierto), y haber hecho un poco de turismo por Pirineos con mi hijo (a quien pertenece la cabeza del primer plano de esta foto del Peyresourde en la que salen Zubeldia y Vinokourov, ganador, por ahora, de la etapa), me entero del positivo del kazajo.
La verdad es que hay cosas que no entiendo.
Vinokourov era un corredor admirado por todos, con un palmarés estupendo y una fama de combativo que le hacía ser querido por los amantes del ciclismo de toda la vida.
Por eso, cuando ya en la general no tenía casi nada que hacer por la caída, me extraña que se salte las normas para ganar una etapa más, que casi ni le va ni le viene. Porque si uno se arriesga para lograr el premio gordo, el que le falta, pues lo puedo entender, pero arriesgarte a perder tu honor, tu credibilidad, tu fama, para ganar un poco más de lo mismo, una etapa más, pues no creo que merezca la pena. ¿O es que acaso pensaba el kazajo que podía recuperar todo lo perdido y meterse en la lucha por la victoria final de nuevo, como lo hizo Landis el año pasado? Si es así, ¿por qué no aprendió de lo que le pasó al americano?
Hay una frase que resume el espíritu del que recurre a la trampa: si para ti ganar lo es todo, lo haces todo por ganar. Y Vinokourov ya había dicho que éste iba a ser su último Tour, y quería ganarlo por encima de cualquier otra cosa. Era su última oportunidad y estaba enrabietado con el Tour por no haberle dejado correr el año pasado, cuando se convirtió en la víctima inocente de la Operación Puerto por no poder salir cuando era uno de los máximo favoritos.
Quizás ahí esté la clave de todo. Vinokourov tenía tangas ganas de ganar, lo deseaba tanto, que recurrió a todo. Sacrificó toda la temporada para llegar bien al Tour. Renunció a disputar carreras, entrenó más que nunca, sufrió como sólo él sabe que lo ha hecho en las cientos de horas de entrenamiento. Ésa es la clave de su valía como corredor. Pero, no sé si por haber perdido tiempo por mala suerte con las cáidas, o por qué, pero el caso es que al kazajo no le bastó con eso y recurrió a un empujón más, un empujón ilícito, un empujón por el que debía saber que era muy probable que le pillaran, sabiendo, además, que últimamente era un corredor vigilado por la UCI.
Mucha gente se cuestiona si este tipo de prácticas, o la ingesta de algunas sustancias, deben de estar prohibidas, pues dicen que no son peligrosas para la salud de los deportistas y que si algo no es peligroso y ayuda a mejorar el rendimiento pues que lo tomen todos.
Pero yo creo que si la mayoría de la gente del ciclismo opinara eso lo que tendrían que hacer es intentar que los estamentos del deporte cambien las normas, no saltárselas y después decir que las normas están mal hechas. Si un deportista se hace una transfusión sanguínea con intención de mejorar su rendimiento sabe que está haciendo algo prohibido, aunque él y su médico estén seguros de que no arriesgan su salud.
Además me cabe otra pregunta: si un corredor está sano y en forma, ¿para qué recurre a prácticas ilegales? La respuesta es clara: para andar más rápido, para ser mejor que lo que es él realmente. O sea, para hacer trampa.
Alguien señaló sobre Jan Ullrich que si ningún corredor se hubiese dopado, Ullrich habría ganado doce Tours. Lo que quiso decir es que Jan era el mejor y no necesitaba doparse para ganar a los demás, siempre que los demás no se doparan, claro está.
Por eso se ha llegado a este nivel de dopaje. Es como la carrera armamentística de la Guerra Fría.
Lo que pasa es que ahora hay métodos de detección casi tan sofisticados como los métodos de dopaje. Pero aún deben pasar unos años para que todo el mundo sea consciente de ello, y para que los corredores se den cuenta de que va a ser muy difícil doparse sin que te pillen.
Por el bien del ciclismo habrá que pasar unos cuantos años duros todavía.

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