martes, 26 de noviembre de 2013

Y meta final. Se acabó.

Bueno, por fin. El sueño que con una pequeña semillita me fue creciendo poco a poco en algún lugar del cerebro donde nacen las "cosas que tengo que hacer" ha llegado a su fin por este año.
A finales de 2011, retomando la carrera a pie que tenía abandonada por algunos problemas de hernias y que no me aconsejaban correr mucho, se encendió una luz en mi cabeza que me iluminó el camino y me alumbraba la meta de Central Park del Maratón de Nueva York.
Cuando hace ya diecisiete corrí por primera vez un maratón y veía (cuando había la suerte de que saliera en la televisión) la salida del maratón de NY con ese espectáculo que es el puente Verrazano lleno de gente, pensaba que algún día yo estaría allí, corriendo sobre ese puente (yo ya había pasado bajo ese puente en barco). Pero es de esas cosas que piensas que ojalá pudieras hacer pero que te quedan tan lejanas que en el fondo no crees que las vayas a hacer nunca.
Después de mi primer maratón en Barcelona'96, corrí al año siguiente en San Sebastián, donde tengo mi mejor marca personal (hasta hoy) con 3:39. Recuerdo perfectamente cómo, mientras me cambiaba en las duchas tras la carrera, hablé con un chico que llevaba una camiseta del maratón de NY de ese mismo año. Resulta que dos semanas antes había corrido en NY y me dijo que había corrido SS sin problemas, que no era imposible correr dos maratones en dos semanas. Yo le miraba admirado. Admirado porque había corrido en NY, lo cual ya para mí era un sueño, y admirado por correr dos maratones tan seguidos.
Más tarde, en 2000, corrí el maratón de Bilbao, donde sentí de nuevo la emoción de terminar esta distancia pero sin difrutar mucho por la falta de público y de motivación extra que había en la carrera de mi ciudad, por desgracia.
Pensé entonces que si me animaba alguna vez a correr otro maratón este tendría que ser NY o algún otro de los internacionales, donde hubiese mucho público, muchos corredores y mucho ambiente.
Pasaron, por tanto, otros once años hasta que me decidí a preparar otro maratón, y, como os he dicho al principio, mi cabeza decidió por mí y NY pasó a ser un objetivo claro, posible y muy, muy excitante y motivador. Una vez que decides correr NY y te apuntas al viaje toda tu vida gira en torno a la fecha de la carrera y es imposible no estar motivado para terminar la carrera.
Y llegó noviembre de 2012. Y llegó el momento de recoger mi dorsal. Y llegó la ilusión y los nervios de estar allí, en esa ciudad que tanto me gusta a punto de cruzar el Verrazano por encima corriendo.
Pero llegó la suspensión de la carrera y la inmediata decisión de que eso solo atrasaba un año mi ilusión y mi determinación, pero que no era el final del sueño. Si corres maratones sabes sobreponerte a los momentos difíciles, y ése solo era uno más, como una lesión inoportuna.
Así que, según me decían que se había suspendido la carrera ya estaba decidido a regresar en 2013 y a correr en San Sebastián en 2012 para aprovechar los entrenamientos.
Y corrí SS. Y pasó 2013 cumpliendo los planes previstos: Milán Sanremo cicloturista, viaje a Alpes al Tour, y comienzo en verano a entrenar de nuevo para NY.
Según pasaban las semanas y acumulaba kilómetros, y al ver que este año había tres semanas entre NY y SS otra luz se encendió en mi cabeza. ¿Por qué no intentar correr también SS tras NY si después de la carrera americana me sentía bien? Pensé que era factible. En NY no pensaba correr a tope. La idea era disfrutar del ambiente y de la carrera y olvidarme del reloj. Si todo iba bien y no tenía más molestias en las piernas que las normales del cansancio podía recuperarme en tres semanas y correr en SS.
Y llegó el 3 de noviembre de 2013. Y disfruté del maratón de NY en uno de los días más felices que recuerdo de mi vida. Allí, durante esas más de cuatro horas y media de carrera te olvidas del Sandy, de los meses que has entrenado, de lo que has pagado por el viaje, de los dolores de piernas, de todo. Solo disfrutas. Y cómo disfrutas. Hay que vivirlo para sentirlo.
Y volví de NY. Descansé. Entrené. Y este pasado domingo tomé la salida en SS. No estaba seguro de poder correr toda la carrera, porque los últimos días notaba el sóleo más cargado y me notaba cansado.
Pero una vez en carrera sentí que podía correr a gusto. Pasé el medio maratón en 1:57 y pensé que incluso podría bajar de cuatro horas por segunda vez en mi vida. Y en los últimos kilómetros, con dolores en las piernas, veía que sí, que lo podía hacer. Y seguí corriendo, incluso más rápido. Y llegué a la meta en 3:58:56. Lo logré. me dolían las piernas pero lo logré. Media hora más rápido que en NY a las mismas pulsaciones medias. Y solo 5 minutos más en el segundo medio maratón que en el primero. Regularidad. Buena carrera.
Al llegar a casa mi hijo se dio cuenta de que mi tiempo en SS solo era un segundo más que el número de dorsal que tenía para NY'12 (35.855) y que descansaba en mi nevera junto al tiempo de 2013.
Un amigo me dijo en el Facebook al comentar esta casualidad que no existen las casualidades. Puede ser. Quizás estaba predestinado a correr un maratón en ese tiempo. Quién sabe.
Bueno. Estoy feliz. Todo me ha salido bien este año.
Y el año que viene más planes. ¿Maratón de Rotterdam? Por fechas me va muy bien, es llano y es en Holanda, un país que me gusta mucho. Y más cosas. Algún duatlón, L'etape du Tour (que es en Pirineos y pasa mi Tourmalet querido), la Luchon-Bayona,...
Seguiré haciendo planes. Seguiré buscando motivaciones. Seguiré viviendo.






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