jueves, 22 de abril de 2010

Un capitán de 15 años


Ya os comenté en otra ocasión cómo la vida es un círculo y el pasado siempre regresa a nosotros de una forma u otra.
Además de que la casualidad quiso que yo estudiará para Marino Mercante en su día y que hoy lleve ya casi dos cursos de profesor de Navegación en la Escuela Técnica Superior de Marina Civil de Bilbao, donde estudié cuando era joven, se da también otra casualidad que me parece muy curiosa.
Al lado de la Escuela están restaurando un pesquero de Lekeitio, un atunero de bajura, el Agurtza, para convertirlo en museo o en algo así.
Pues bien. Cuando yo tenía 15 años y este pesquero estaba en plena forma, su patrón era Txomin, un amigo de mi padre. Un día, Txomin y otros tripulantes tenían que ir en coche a Bermeo a traer el barco a Lekeitio tras unas reparaciones que le habían hecho en el astillero de Bermeo. Mi padre les llevó y yo fui con ellos para regresar a bordo hasta Lekeitio.
Al salir a la mar y pasar la Isla de Izaro, Txomin me indicó el Faro de Santa Catalina, en Leketio, y me dijo que tomara el timón rumbo al faro. Cuando yo estaba al timón, Txomin bajó a cubierta y con el resto de los tripulantes hizo el resto del viaje en proa, mientras yo iba, con más miedo que vergüenza, solo en el puente llevando el timón. Es posible que Txomin conectara el piloto automático. No lo sé. Pero hasta que estuvimos ya muy cerca de Lekeitio no subió al puente y allí hice yo toda la travesía, como Dick Sand, el protagonista de la novela por entregas de Jules Verne "Un capitán de quince años".

1 comentario:

Joan Garcia "rally" dijo...

Es curioso las vueltas y coincidencias que da la vida. Me parece nuy acertado mantener ciertas cosas del pasado sea un barco, o una casa, o un dolmen,para no olvidarnos de donde venimos.