viernes, 19 de abril de 2013

Clasicómanos

Como hace días que no subo nada a este Blog, voy a poneros hoy mi colaboración para la revista Pedalier nº 53 (ahora que acaba de salir la nº 54 y que estamos en plena campaña de Clásicas).
Que os guste, si no la habíais leído ya.


Clasicómano: En el ciclismo, dícese del ciclista que gusta de disputar las clásicas.

Clásica: Que no se aparta de lo tradicional, de las reglas establecidas por la costumbre y el uso. En el ciclismo, carrera de un día con larga tradición en el calendario ciclista, y cuyo recorrido suele ser bastante largo y de relativa dureza.

Monumento: Obra pública y patente, como una estatua, una inscripción o un sepulcro, puesta en memoria de una acción heroica u otra cosa singular.

Monumento ciclista: Se conoce así a las cinco clásicas más tradicionales y famosas. No son las más antiguas ni las más duras pero sí las que más prestigio otorgan a sus ganadores. Por orden de celebración en el calendario son: Milán San Remo, Vuelta a Flandes, París Roubaix, Lieja Bastoña Lieja, y Giro de Lombardía.

Me pongo mitómano al escribir sobre estas carreras, lo confieso. Es cierto que me encanta la montaña, los puertos, los Pirineos, los Dolomitas,... Pero, desde que empecé a leer sobre las clásicas allá por los años 80 en algunas revistas francesas me enamoré de estas carreras salvajes, para "tíos duros" que diría Pedro Delgado, carreras de otra época, donde un corredor no se puede guardar nada, donde o lo das todo o no entras en la batalla por la victoria, donde solo los más fuertes son capaces de estar ahí delante en cada carrera, cada temporada.

Algunos dicen que son una lotería. Puede ser. Pero es una lotería donde solo unos pocos corredores compran los boletos que entran en el sorteo. Los demás solo sirven para pagar entre todos la gloria que se llevan los ganadores.

Y no hace falta que sean muy duras para que esto sea así. Seguramente hay muchas carreras mucho más duras, sobre el papel, que las clásicas prestigiosas, pero eso no es lo que hace dura una carrera, sino el ansia de los corredores por pasar a la historia poniendo su nombre en el palmarés. Eso es lo que hace de estas carreras que sean épicas, que sean gloriosas, el hecho cierto de que todos los mejores salen al 100% a por ellas, y así ganarlas es muy difícil.

Desde el año 2009 estoy metido en el apasionante reto de completar los cinco monumentos en su versión cicloturista. La pena es que Lombardía ya no se organiza para nosotros, por lo menos hasta donde yo sé. Aunque sea, tendré que ir alguna vez de turismo a esa zona de Italia para hacer el recorrido por mi cuenta.

Mi primer monumento fue el Tour de Flandes en 2009. Luego en 2011 terminé la Lieja y en 2012 he podido sufrir de lo lindo en Roubaix.

Cuando acudí a Flandes, el que mezclara el pavés con los muros muy empinados me hacía creer que ésta era la carrera más dura de todas, pero tras sentir en mi propio cuerpo los efectos del pavés de la París Roubaix creo que puedo asegurar que el "infierno del Norte", la París Roubaix, es la carrera más dura y difícil de ganar que existe en el ciclismo, y lo más duro que puede hacer un cicloturista.

Alguno dirá, hombre, una superetapa de montaña seguro que es más dura. Pues no. He hecho el mismo año la Roubaix y la Luchón Bayona de un tirón y sufrí muchísimo más en el norte de Francia que cruzando medio Pirineo por el Círculo de la Muerte.

Flandes es una marcha preciosa. Dura, mítica, histórica y con un ambientazo tanto el día de los cicloturistas como al día siguiente con los pros que merece la pena ir siempre que se pueda. Es dura, no lo voy a negar, pero el pavés de Flandes es mucho más benévolo que el de Roubaix, y los muros son muy cortos.

La Lieja cicloturista es una pena que no coincida con la carrera pro, ya que es un junio, como la Roubaix cyclo. Esto le quita interés al largo viaje, aunque te asegura una meteorología más benigna que en abril. Lieja, la más antigua de estas clásicas, tiene un recorrido duro, con muchas subidas y mucho desnivel acumulado (sin tener puertos largos sumas más desnivel que en la QH). Pero es una dureza a la que cualquier cicloturista habitual está acostumbrado.

Por el contrario, en la París Roubaix nos enfrentamos a lo desconocido para nosotros. Tramos de varios kilómetros de un pavés horroroso, bestial, en el que crees que te rompes tú y la bici a la vez, botando descontroladamente y sufriendo ampollas y dolor en las manos durante muchas horas, casi sin descanso entre un tramo y el siguiente, luchando por no caerte y por avanzar penosamente a 15 km/h en un terreno llano,... Esto es algo que solo lo vives ese día, que no lo puedes entrenar, y eso hace que hasta que no terminas el último tramo de pavés, en Hem, no estás seguro de que vas a poder terminar el recorrido, algo que no nos suele ocurrir en las marchas habituales a las que vamos, por muy duras que sean.

Y sin embargo tengo ganas de volver a hacerla algún otro año.

Mientras escribo esto llueve. Llueve mucho y hace frío. Seguramente no podré salir en bici los siguientes días. Pero ya estoy ilusionado con mis retos para este año 2013, y el primero en el tiempo y en importancia será la Milán San Remo en junio. Es la más larga, casi 300 km, pero es la más suave, pues es bastante llana y sin pavés. Aquí el reto es la distancia y el ritmo, ya que solo tenemos 12 horas como máximo para terminarla y no te puedes relajar.

Después, tras mi cuarto monumento, vendrán seguramente unos días en la Escapada Shimano en Luz St. Sauveur, con todos los amigos de Pedalier, y un ilusionante viaje a los Alpes a ver el Tour de Francia y a sumar puertos míticos a mi palmarés.
Ilusionarse soñando con nuevos planes es lo mejor para un día de lluvia.

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