miércoles, 13 de abril de 2011

La imagen de los ciclistas y de los políticos


Hubo un tiempo, no hace muchos años, en el que la imagen de los ciclistas de cara al público general era buena, incluso muy buena. Los ciclistas de antaño (pero no de muy antaño) para muchos eran unos deportistas nobles, sacrificados, esforzados, casi unos héroes.
Por el contrario, los ciclistas de hogaño (vamos, los de hoy en día, para que no miréis el diccionario) para muchos son casi unos drogadictos, unos tramposos, que lo que hacen lo consiguen por lo que se meten y no por lo que se sacrifican, y aquellos que ganan muchas carreras están más cerca de ser sospechosos de algo que de ser unos héroes.
¿Cómo se ha pasado en pocos años de una situación a otra tan distinta? ¿Será que los ciclistas de los últimos años han multiplicado hasta límites vergonzosos la afición por doparse y por recurrir a prácticas ilegales, como las transfusiones y demás?
Yo no creo que donde antes solo había sacrificio y entrenamientos duros se pasara en poco tiempo a un dopaje generalizado y cada vez más irresponsable. Es cierto que el doping existe y ha existido, pero no creo que el nivel de dopados en el ciclismo actual sea tan infinitamente superior al de antes como parecen creer muchos. Sí creo, por otro lado, que en los 90 hubo unos años en los que el uso del dopaje aumentó, ya que la EPO, que se empezó a usar entonces, daba una ventaja muy grande a los que la usaban y en la práctica era indetectable en los controles. Gran ventaja, mínimo riesgo. Dos condiciones que unidas eran una tentación casi irresistible.
Pero hace unos pocos años eso cambio, yo por lo menos así lo veo.
Por supuesto la trampa va siempre por delante de la legislación, pero hoy en día, con los avances en la lucha contra el dopaje, la mayor parte de las prácticas ilegales son detectables, y las que no lo son son demasiado caras para que sean utilizadas por todo el pelotón.
Y si esto está cambiando y el pelotón va cada vez más limpio, ¿por qué su imagen pública no empieza a remontar?
Yo creo que la respuesta está en la propia lucha contra el dopaje. Cada vez se invierte más en los controles y los estamentos que lo hacen (federaciones, competiciones, equipos, etc.) están interesados en dar a conocer todo el esfuerzo que se hace para luchar contra el dopaje. Pero esto que debería ser positivo y debería mejorar la imagen de los ciclistas, puede que tenga el efecto contrario. Si alguien no es muy aficionado al ciclismo y cada vez que oye hablar de ciclismo en muchas ocasiones lo que oye son los cientos de controles que se hacen, el dinero que se gasta en los mismos, etc. puede que el mensaje que le quede es que el ciclismo es un deporte donde se tienen que hacer muchos controles, por lo que lo que pensará es que si se tienen que hacer tantos controles será porque hay muchísimos tramposos. En cambio, por ejemplo, como de otros deportes no se oye el que hagan muchos controles será porque en esos deportes casi nadie recurre a la trampa.
Por lo tanto, mi opinión es la misma que me dijo un día un ciclista profesional ya veterano: hay que luchar contra el dopaje, pero no estar hablando todo el día del dopaje.
¿Y que tiene que ver esto con los políticos a los que aludo en el título del post? Pues creo que hay un paralelismo. Hace unas décadas, los políticos tenían una imagen mucho mejor que la actual. Sin embargo, hoy en día la mayoría de la gente piensa, creo que injustamente, que el que está en política es para aprovecharse o incluso para robar directamente todo lo que pueda. Incluso en las encuestas para mucha gente uno de los problemas del país son los propios políticos. También los politicos ven este problema y en los partidos se difunde como noticia el que sus cargos deben firmar algún compromiso ético y cosas así.
Creo que estamos en lo mismo. Si alguien oye que los cargos de un partido deben firmar que van a ser honrados, lo que pensará es que muchos cargos no lo son y por eso es necesario ese compromiso público.
Bueno, solo es una reflexión que os lanzo desde este col.

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