Con la llegada a la meta del Maratón de San Sebastián este pasado domingo termino una temporada deportiva que ha sido fantástica para mí. Nuevas pruebas míticas terminadas, viajes de ensueño, revivir sensaciones de pasadas gestas, visita a lugares de leyenda,... Casi no tengo palabras para transmitiros todo lo que he sentido este año, así que lo haré con algunas fotos y breves apuntes a vuelapluma.
1 de enero. Como suele ser habitual, si hace buen tiempo, empezamos con las primeras pedaladas con algunos amigos de la S.C. Bilbaina. Gorliz y Cabo Villano suele ser nuestra primera excursión.
Entrenos en marzo ya más largos y con más fundamento. Aquí estoy en la bajada del precioso puerto de Orduña tras una mañana exigente.
10 de junio: primer objetivo del año, y uno de los más difíciles. La París Roubaix. Se me hizo muy dura por una lesión que me impidió llegar bien y que me dio guerra en la segunda mitad de la prueba. El pavés durísimo, nada que hubiese experimentado antes, ni siquiera en Flandes en 2009. Éste es el de Aremberg. Una salvajada.
Sin duda una gran satisfacción el llegar a la meta.Ya lo dice el cartel del velódromo de Roubaix: "El infierno del norte conduce al paraíso", y es cierto, doy fe de ello.
Bonita foto en la que se ve mi sufrimiento. No es el cansancio, es el dolor. Es una carrera única.
Tras terminar el tramo de pavés que llega al Carrefour del'Arbre. El último tramo de los duros. Ya empiezo a recuperar la sonrisa.
La ducha en el velódromo es un momento histórico. Merece la pena.
Y todo por una piedra. Si es que estamos un poco locos.
30 de junio: segundo desafío. La Luchón Bayona de un tirón. Casi veinte horas para 321 km con todos los puertos del Círculo de la Muerte.
Sí. Tuve que echar pie a tierra en el Tourmalet. La lesión seguía dando guerra. Pero, qué importa, Octave Lapize también subió un rato a pie en 1910.
Por ahora disfrutando de la luz del día y del sol. Después del Aubisque vino la lluvia y la soledad de la noche. Una gran sensación, aunque con cierta dureza.
Primer paso por el Tourmalet del año. Por la vertiente de La Mongie. Siempre un instante emocionante.
Y todo por unos sellos...
14 de julio: tercer reto. La Etapa del Tour Pau Luchón. Antes de la salida inquieto por el nuevo reto que tenía por delante.
Circo de Litor. Ya empezaba el sufrimiento por la lluvia y por el frío. Las bajadas fueron un infierno.
Segundo paso por el Tourmalet del año. Esta vez por Luz pero por la estación de Bareges.
En el Tourmalet siempre sonrío, aunque la temperatura sea de 6ºC.
Y aquí, en el Peyresourde, sonreía más porque ya estaba cerca el final.
Feliz tras la meta en Luchón. Doce horas de frío son como para estar contento de terminar. Y todo por una medallita.
En julio nueva visita al Tourmalet, con mi hijo y por Luz pero por la Vía Fignon, así he subido el Tourmalet el mismo año por sus tres variantes.
En el Aspin, tras ver una de las etapas del Tour de Francia.
31 de julio. La guinda del pastel para poner fin a mi temporada de bici. El Stelvio.
Un lugar para quedarse mucho rato.
Decir que el Stelvio es la carretera más hermosa del mundo quizás es quedarse corto.
20 de octubre: Medio Maratón nocturno de Bilbao. Era mi última preparación para el desafío final: El Maratón de New York.
Tras recoger el dorsal del Maratón de NY y antes de enterarnos de la cancelación de la carrera.
4 de noviembre. Este era el gran día que iba a poner broche de oro a mi temporada. No pudo ser. Pero por lo menos corrí alrededor de Manhattan.
Con el Empire State de fondo.
Y todo por una medalla que ahora no me vale.
25 de noviembre. No pudo ser el maratón de NY, pero corrí el de San Sebastián con la camiseta de NY. (En SS es donde en 1997 hice mi mejor marca -3:39-).
Contento por llegar a meta en 4:17. Pero no es lo mismo que terminar NY. El año que viene seguro que sí.
Y última medalla del año. La verdad, un año increíble.