Esta semana un viejo amigo de mi club ciclista, Fernando, nos ha dejado unos meses después de que le diagnosticaran un cáncer. Casualmente me enteré de su enfermedad en el funeral del hermano de otro compañero de la bici, también fallecido por cáncer. Y hace pocas semanas otro amigo (éste no ciclista) falleció tristemente también por un cáncer fulminante.
Ahora nos enteramos de que el gran ciclista de los 80 y 90, el parisino con pintas de intelectual Laurent Fignon, sufre también de esta enfermedad, y al parecer también con un mal pronóstico de cura.
Casualmente el año pasado, mientras participaba en la Luchon - Bayona, coincidí con Fignon en la cima del Tourmalet, y nos sacamos una foto con él dentro del restaurante mítico de la cima del puerto.
Todos recordamos la mala fama que tenía el francés cuando era corredor, un excelente corredor. Sus malas maneras con la prensa, sobre todo con la prensa española, hicieron que muchos cogieran manía a este ciclista.
La verdad es que a mí nunca me cayó mal. Me gustaba su estilo atacante, y su combatibidad. Y cuando estuvimos con él en el Tourmalet estuvo muy simpático y se esforzó en hablar en castellano.
La vida es a veces difícil, pero no es cruel, simplemente es así. La crueldad es un acto premeditado de maldad y eso sólo lo hacemos los seres humanos. Los animales no son crueles y la vida tampoco lo es, aunque a veces nos consuele pensar que somos tan trascendentes que el Universo se alía para ponernos las cosas difíciles.
De todas formas ánimo a Fignon y los suyos desde aquí, y ánimo a la familia de Fernando y a todos los que han perdido dolorosamente a alguien querido.
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