Como niños
Durante las pasadas Navidades, una de las felicitaciones que
más me gustó de todas las que me llegaron de mis amigos ciclistas decía esto:
"Hay gente que nunca crece. Se llaman ciclistas". Me emocioné al leer
esta frase.
Cuando somos niños, y hoy en día pese a todas las consolas,
video juegos, wiis, y demás aparatos sigue siendo igual, el regalo que más
ilusión nos hace es una bicicleta. Con la bicicleta experimentamos por primera
vez la velocidad, el ir solos, la independencia, la libertad, el sentirnos
mayores y poder lanzarnos por el mundo sin tener que dar la mano a nuestros
padres. En fin. Con la bicicleta empezamos a hacernos mayores de niños, y
seguimos sintiéndonos niños cuando somos mayores.
La bicicleta, el ciclismo, el cicloturismo, el salir en
bici, como queráis llamarlo, nos permite seguir jugando hasta que somos viejos.
Cada nueva salida, cada nuevo entrenamiento es un juego, y cada vez que
estrenamos algo en la bici, aunque sean unos calcetines, salimos con una
emoción algo mayor que otros días.
Hemos dejado de ser niños, es verdad, pero en una parte de
nosotros nunca hemos crecido y el ser ciclistas nos permite prolongar
eternamente nuestra infancia. Incluso a veces nos enfadamos como niños con nuestros
amigos porque no nos han esperado o porque nos han atacado en un puerto. El
juego es una parte muy importante en la vida de las personas, y para los que
amamos salir en bici el juego nos acompaña más a menudo que a aquellos que no
saben lo que se pierden.
Incluso en la más alta competición ciclista, en las grandes
carreras, cuando parece que nuestros ídolos se juegan cosas muy importantes,
los ciclistas están jugando. Bernard Hinault lo dejó escrito. Para él, incluso
en el Tour de Francia, la bicicleta nunca dejó de ser un juego. ¡Qué suerte que
tuvo de poder jugar tanto mientras los demás sufrían para jugar junto a él!
Yo suelo decir que, cuando estoy un poco en forma y en la
grupeta de amigos se acelera, me gusta mucho jugar a ciclistas. Es un juego divertido
y que te ayuda a ponerte en un puntito de forma extra. Si la carretera lo
permite, porque los juegos de riesgo no me gustan, es una gozada rodar fuerte,
dándonos relevos, que alguien ataque y rompa el grupo, que luego nos
organicemos por detrás para cogerle de nuevo, que demos relevos cortos, como en
la tele, que toquemos al de delante con la mano para que no pierda la posición
y que finalmente esprintemos en ese lugar que todos consideramos nuestra meta.
Y si logras llegar con unos metros de ventaja, ¡ah, qué placer levantar las
manos y mirar atrás para ver cómo entran los demás a tu rueda! Ya lo dijo un
ciclista modesto. Lo importante es participar, sí, pero ganar tiene que ser la
leche. Y es cierto.
Y en estos tiempos que nos toca vivir, en los que parece que
todo se está poniendo muy negro, jugar en la bici y con la bici adquiere una
importancia mayor. Por muy mal que nos haya ido la semana si el fin de semana
podemos salir en bici es como si nuestro mundo se arreglara un poquito. Con qué
ilusión esperamos a veces la hora de salir de casa el sábado con la bici en la
mano. Ni de niños nos ilusionábamos tanto. Por eso es cierto que no hemos
crecido, que seguimos siendo niños. Y si somos niños no debemos verlo todo tan
negro como los mayores. Lo nuestro debe ser jugar y disfrutar. Ya se encargarán
los adultos de arreglar sus problemas.
2 comentarios:
Cómo mola!!!
Me apropio de la frase. Para mi también sirve.
Una frase con la que me identifico totalmente. Buen artículo.
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