domingo, 1 de julio de 2007

La travesía de los Pirineos por carretera

El verano pasado tuvo ocasión de completar el viaje desde el Mediterráneo al Cantábrico por carretera en bici y en solitario por la vertiente norte. Este año lo quiero hacer en sentido contrario y por el sur.

Os copio aquí un artículo que publiqué sobre el viaje en la revista "Ciclismo en ruta" por si a alguien le sirve.



Solo a través de los Pirineos
El relato de una aventura de seis días por los puertos más duros de la cordillera

Cruzar los Pirineos de costa a costa. Casi todos los cicloturistas hemos soñado alguna vez en hacerlo, y de hecho muchos lo hacen año tras año. Y por fin este verano me ha tocado a mí el poder llevar a cabo esta aventura. Además, lo he hecho en solitario, más difícil todavía. Si a esto le unes que he pasado por los puertos más famosos del Pirineo y con una bici con alforjas que pesaba casi 25 kilos, pues el resultado es una verdadera odisea, ésta que os narro a continuación.




El lunes 14 de agosto, a las 8:30 de la mañana, me encontré por fin en la playa de Argelès sur mer sobre mi bici híbrida y cargado con dos pesadas alforjas. Esperaba ese momento con ansia desde hacía unos meses (años quizás), y seguramente esa ansia fue la que me provocó esa maldita diarrea matinal que apenas me dejó desayunar algo. Bonita forma de iniciar un viaje de seis días en solitario por algunos de los puertos más duros de los Pirineos. Pero, en fin, debía comenzar a pedalear y arranqué.
Los primeros km eran bastante llanos, pero así y todo veía que mi cuerpo no respondía como yo esperaba. En Amèlie les Bains, antes del primer tramo montañoso de mi ruta, debí parar a comprar glucosa en una farmacia. No tenía ganas de comer nada sólido y de alguna forma debía conseguir el combustible para pasar el día lo mejor posible.
Ya en la primera subida larga, el Col de Xatard, del cual no había oído nunca hablar, empecé a darme cuenta de que este primer día iba a ser muy duro para mí. Pero poco a poco logré superar las dificultades y descendí por la otra vertiente hasta Bouleternère.
Pensaba que desde aquí sería un recorrido cómodo hasta el pie de la subida a Font Romeu, pero lo que no esperaba es que hasta el pueblo de Mont Louis hubiese más de 30 km de subida continua y cada vez más dura y que no encontrase ningún alojamiento hasta allí. Y lo peor fue que en ese bonito pueblo amurallado también estaba todo completo y tuve que subir 3 km más hasta un camping donde ni siquiera vendían nada de comer, por lo que mi cena tras más de 10 horas y media de penalidades consistió en un poco de pan con tomate que me dieron unos catalanes que encontré allí, antes de dormir al raso en el saco de dormir que llevaba para emergencias como ésta. En fin. Un día muy duro y una noche muy fría a más de 1.700 m de altitud en la que pensé que al día siguiente me tendría que ir para casa derrotado a las primeras de cambio.
Por la mañana, a tan sólo 7ºC, empecé a pedalear muy temprano. Por suerte, en el pueblo pude desayunar mejor y subí con algo de lluvia hasta el Col del Calvario de Font Romeu, de nombre muy apropiado para la ocasión.
Luego, una bajada y dos pasteles en un pueblecito me animaron un poco para afrontar la ascensión al Puymorens, aunque la carretera en ascenso me devolvió a mi estado pesimista y hasta llegué a intentar hacer autostop, aunque sin éxito. Menos mal que todas las penalidades se acaban y logré llegar a la cima. Desde aquí el resto del recorrido hasta Foix era en descenso o en llano, y además el tiempo mejoró, por lo que acabé esta segunda etapa mejor que lo que la había iniciado.
Una cena y nueve horas de sueño en una cama en condiciones ya me recuperaron por completo y afronté con otras sensaciones las etapas restantes.

Puertos de Tour
En la tercera etapa pretendía llegar hasta Luchon, y por el recorrido me esperaban, además de muchos repechos, los puertos de Aspet y de Ares, los cuales no había subido nunca. Entre Foix y St. Girons rodé a gusto, y eso que la ruta no era tan llana como esperaba. Luego ya entré en el bonito tramo de puertos entre St. Girons y Cierp Gaud. La carretera transcurría por lugares muy hermosos, y pese a la dureza final del Col d’Aspet, pude apreciar el paisaje. El Col de Ares ya era mucho más sencillo, y tras bajar a Cierp Gaud logré alcanzar sin problemas la localidad de Bagnères de Luchon, una de las más importantes de esta zona central de los Pirineos, y desde donde ya iba a rodar por terreno bien conocido por mí.
Quería descansar bien en Luchon, pues al día siguiente me esperaba la etapa reina, con el Peyresourde, el Aspin y el temido Tourmalet, el puerto que más miedo me daba de toda la ruta.
Nada más salir de Luchon ya se está subiendo hacia el Peyresourde. Curiosamente el mojón de hay en la cima y que indica que por ahí pasa la ruta que une St. Jean de Luz y Argelès Gazost fue el que hace ya años me sugirió hacer este recorrido, y el paso por ahí suponía un hito en mi viaje.
Desde el Peyresourde se baja enseguida a Arreau, donde la D-618 pasa a ser la D-918 (ver despiece) y sin solución de continuidad ya se empieza a subir al Aspin, algo más sencillo, pero de mucha longitud si vas cargado con alforjas.
Tras saludar a las vacas de la cima, en un abrir y cerrar de ojos me planté en Ste. Marie de Campan, donde en la famosa fuente que da paso al Tourmalet me refresqué del sofocante calor (33ºC) que hacía allí, pese a un cielo amenazante por la zona cimera del puerto.
Y así, con calor y algo de miedo, me dispuse a sufrir en la larga subida al cielo que supone el Tourmalet.

El Tourmalet
Subir el Tourmalet es algo que a muchos cicloturistas les atrae desde siempre, y no era nada nuevo para mí. Pero de subir el puerto a subirlo con una bici pesada y con muchos kg de equipaje hay mucha diferencia y si siempre afrontas esta subida con cierto temor esta vez mis miedos estaban más que bien fundados.
Los primeros km, los más suaves, no los pasé esta vez con la alegría que se suelen subir siempre, y si aquí ya me pesaba la subida no quería ni pensar qué sería de mí en los muchos km duros que me esperaban. Pero si algo aprendes en viajes como éste es que tu leit-motiv debe ser tan sólo el de “paciencia y pedalear”. Y así, poco a poco, o mejor dicho, muy poco a poco, fui ganando metros a la carretera y para cuando me di cuenta ya estaba en la parte alta de la subida, allá donde muchos minutos antes me parecía imposible llegar.
El tiempo iba empeorando a medida que ganaba altitud y antes de la mitad de la subida ya estaba lloviznando y la temperatura había descendido muchos grados. Por fin llegué a la parte dura de La Mongie y me detuve en un bar a tomar un té. Después, de nuevo al tajo y a apretar los dientes mientras la cabeza me animaba a llegar allí arriba, donde todo se termina.
Ya en la cima el mal tiempo me impidió celebrar como me hubiese gustado mi paso por este punto tan mágico del universo ciclista, y tras comer algo en el bar y abrigarme bien (6ºC y lloviendo y un descenso de 18 km por delante no son cosa de broma) bajé aguantando el frío hasta Luz St. Sauveur, donde iba a dormir y descansar.
Con buen tiempo al día siguiente y superada ya esta etapa reina, tan sólo me restaba como última gran dificultad del viaje la subida larguísima del Col d’Aubisque pasando por el Soulor. Son 30 km con tramos duros que me llevaron (se dice pronto) casi cuatro horas de desesperante lentitud. Pero una vez coronado este último gran escollo, ya sabía que mi meta estaba cerca y rodé con mayor ligereza hasta Arette, donde iba a pasar la última noche de mi aventura.
Y por fin, con tan sólo el Col d’Osquich y muchos repechos como oposición a mi pedalear, pude afrontar con un optimismo recuperado la última etapa, la que me llevaría atravesando todo el País Vasco de Francia hasta la playa de Sant Jean de Luz, donde vertí por fin el agua mediterránea de Argelès sur mer, completando así el rito y un viaje fantástico que me ha dejado unos recuerdos y unas experiencias que conservaré para mí toda la vida.



La D-918
Entre Argelès sur mer, en el Mediterráneo, y St. Jean de Luz, en el Cantábrico, hay una ruta que es la que elegí para el viaje: la D-618, que continúa en la D-918. Por la vertiente oriental de la cordillera, desde Argelès sur mer hasta Arreau, es la D-618, que se forma juntando diversos tramos de esta carretera a través de otras vías. Luego, de Arreau hasta la localidad vasca de San Jean de Luz, pasa a ser la D-918 que por este tramo occidental sí que supone, salvo algún pequeño tramo, una verdadera ruta ininterrumpida.
Hay que señalar, también, que la ruta nos permite alguna variante, pues en Tarascon sur Ariège hay un tramo que va hasta Foix, y otro que va por el Col de Port, hasta St. Girons, y es complicado (y muy largo) unir estos dos tramos con el tramo que pasa por Font Romeu. Yo, por falta de tiempo, elegí ir a Foix y de allí a St. Girons por una carretera más cómoda. También hay que decidir qué hacer con la subida al Portillon, que pertenece a la D-618 por su vertiente francesa, pero no por la del Valle de Arán. Si se tienen tiempo y ganas es factible pasar de Francia a España y por Bossost subir el Portillon. La otra opción es llegar directamente a Luchon desde Cierp Gaud y dejar a un lado la subida a este puerto fronterizo.


Consejos para el viaje
Una vez elegida la ruta es conveniente hacer una previsión de posibles pueblos donde terminar cada etapa para llevar una pequeña lista de alojamientos por la zona. Así, según cómo vayamos cada día, podremos llamar para reservar antes de llegar y hacer la etapa con mayor tranquilidad.
Hay que prever, también, que según la meteorología y nuestro estado las etapas pueden alargarse o acortarse mucho. Es muy difícil estar una semana en Pirineos y que todos los días haga buen tiempo. Por eso mismo hay que llevar ropa de bici de invierno.
La decisión sobre el sentido de la ruta a seguir (del Mediterráneo al Cantábrico o al revés) dependerá de cada cual, pero en principio es mejor salir lo más lejos de nuestro domicilio así cada etapa nos acercará más a casa, lo cual siempre anima.
Aunque intentemos llevar el menor peso posible, las alforjas siempre nos lastrarán en las subidas. Hay que mentalizarse que tardaremos el doble en subir un puerto que lo que tardamos normalmente, por lo que la cabeza debe salir con grandes dosis de paciencia.
Hay que procurar desayunar y cenar bien cada día, y hacer paradas cortas en la bici para comer algo en los pueblos (pasteles, bocadillos, etc.) y así no alargar en exceso cada etapa.
Si vamos con más gente hay que adaptar el ritmo y la longitud de cada etapa al que más despacio vaya.


Las etapas
Las etapas que realicé fueron éstas:

1ª etapa: Argelès sur mer – Mont Louis: 133 km en 10:35 horas, a 14,6 km/h. 2.350 m de desnivel.
2ª etapa: Mont Louis – Foix: 118 km en 8:29 horas, a 18,6 km/h. 1.135 m de desnivel.
3ª etapa: Foix – Luchon: 129 km en 8:15 horas a 18,5 km/h. 1.740 m de desnivel.
4ª etapa: Luchon – Luz St. Sauveur: 93 km en 9:39 horas a 12,6 km/h. 2.955 m de desnivel.
5ª etapa: Luz St. Sauveur – Arette: 112 km en 8:20 horas a 17,1 km/h. 1.840 m de desnivel.
6ª etapa: Arette – St. Jean de Luz: 133 km en 8:33 horas a 19,6 km/h. 1.095 m de desnivel.

TOTAL: 714 km y 11.115 m de desnivel acumulado.

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