jueves, 9 de agosto de 2012

Su majestad el Stelvio

He pasado unos días en Italia de vacaciones con la familia y los he aprovechado para poner broche de oro a mi temporada cicloturista subiendo el Stelvio, un puerto que solo conocía por fotos y que me llamaba desde hacía tiempo.
Al organizar el viaje reservé dos noches en un Hotel junto a Pratto allo Stelvio, el pueblo donde comienza la subida por la vertiente de las famosas curvas de herradura del final. Luego busqué por internet para localizar alguna empresa o tienda de bicis que alquilara bicicletas de carretera y solo encontré una a unos 20 km del Hotel, pero que no me contestaban a mis emails, y una empresa que alquila bicicletas por toda Italia y que me llevaban la bici al Hotel, pero a un precio muy excesivo para un solo día y no me atreví a pagar tanto y que luego ese día hiciera mal tiempo.
Así que me arriesgué y llevé la ropa de bici, un chubasquero para bajar, las zapatillas y mis pedales con la esperanza de, una vez allí, encontrar alguna bici.
En el Hotel me dijeron que a 200 metros había una tienda que alquilaban bicis, pero solo eran de paseo. Pero me indicaron que en Pratto había una tienda de bicis que sí que alquilaban bicis de carretera. Fui rápidamente, porque temí que ya estuviera cerrada, pero tuve suerte y estaba abierta y además me dijeron que sí que me alquilaban una bici, y además por solo 15 euros al día. La tienda se llama Baldi Sport, por si vais por allí y necesitáis alquilar bicis.
Me dejaron una Giant TCR con Campagnolo Chorus con un compact 34x28, perfecta para subir el Stelvio. Me la ajustaron y me dejaron un casco. Además compré una gorra de Italia y un bidón con la foto de las curvas del Stelvio que iba a subir al día siguiente.
Por la mañana salí cargado de ilusión y comencé a subir con tranquilidad, pues llevaba diez días sin tocar la bici.
Al principio la subida es fácil, pero se va endureciendo poco a poco. El paisaje es cada vez más espectacular, y ya desde abajo se comienzan a ver los glaciares de los montes. Hacia la mitad comienzan las 48 "tornantes" (curvas de herradura) numeradas hasta llegar a la 1ª, la que ya da paso a la cima. Estas primeras curvas están en la parte más dura, dentro de un bosque y con pendientes de más del 15%. Luego, al salir a terreno más despejado, la pendiente suaviza y ya se empieza a ver el final, siempre y cuando la niebla no lo tape, como pasaba cuando yo llegué a esa altura. Por suerte (era mi día de suerte, por lo que se ve) al llegar arriba la niebla se fue y pude disfrutar del lugar y de las sensaciones de estar en un sitio que solo has visto en fotos y que es mítico en el ciclismo (ver este artículo de Patxi Vila en Pedalier).
Pasé un tiempo en la cima, sacando fotos, comprando un maillot y un pin, comiendo algo y tomando un café expresso. Luego sufrí en la bajada por el miedo en las curvas cerradas con tanto tráfico de coches y motos.
Por la tarde subí de nuevo en coche con mi mujer e hijo y en el camino nos cayó una tormenta de dar miedo. Pero, de nuevo la suerte, arriba paró de llover, despejó, y el paisaje estaba más bonito aún que a la mañana.
Fue un día inolvidable y un magnífico lugar para poner fin a una primera parte del año en la que he hecho retos bonitos de cicloturismo y he estado en lugares míticos del ciclismo, como Roubaix, Aremberg, Tourmalet, Stelvio,...
Ahora toca disfrutar de la segunda parte y añadir nuevos recuerdos e imágenes en el Maratón de New York el 4 de noviembre.










2 comentarios:

Anónimo dijo...

Envidiable.


Félix Casado

Unknown dijo...

What an amazing summer of riding for you. I'm so jealous of your rides I'd hate you if I didn't like you so much! But in the end the joke may be on you. After a great summer of riding fun now you have to get down to the hard business of training for the NYC Marathon. Good luck, stay healthy, enjoy.