Cuando
lo duro es bajar
L'Etape du
Tour Act II. Pau -
Luchon. 14 de julio de 2012. Casi 200 km con Aubisque, Tourmalet, Aspin y
Peyresourde. Más de 5.000 metros de desnivel. Mi tercer reto del año, tras la
París - Roubaix y la Luchón - Bayona en un día. Los dos primeros retos
superados con éxito. ¿Podré con el tercero?
Desde
1993 el Tour de Francia organiza con un éxito inigualable una fiesta para los
cicloturistas poniendo su maquinaria y sus medios a trabajar en que una de las
etapas de montaña de cada año se convierta en una marcha cicloturista. Bueno,
antes era una etapa, pero a la vista del éxito desde 2011 organizan dos Etapas
del Tour.
Este
año se organizó una en los Alpes, el 8 de julio, entre Albertville y La
Toussuire, y la segunda el 14 de julio entre Pau y Luchón, con el
encadenamiento histórico de los puertos de los Pirineos, los mismo que en la
Luchón Bayona pero en sentido inverso.
Pirineos.
Tour de Francia. Leyenda y mito. ¿Qué mejor escenario para terminar mi trilogía
cicloturista francesa de este año? Tenía que estar en la salida, y tenía que
llegar a la meta de Luchón.
En
"L'Etape du Tour" las dificultades comienzan a primeros de año. Por
un lado es complicado el apuntarse, ya que son muchos miles los cicloturistas
que quieren hacerla y no todos consiguen plaza. Por suerte, a través de nuestra
revista Pedalier no tuve problema para que me invitaran como periodista. Así
que primera dificultad vencida. La segunda es la logística. Iba a ir solo, y de
la salida a la meta hay muchos kilómetros. Tuve suerte al encontrar un Hotel en
Pau cerca de la salida, y pude conseguir plaza en los autobuses de regreso a
Pau tras dejar el coche en Luchón el día previo. Todo listo. ya solo tenía que
terminar la prueba para poder recoger el coche, claro.
Toda la
semana previa atento a la Meteo francesa, que no anunciaba nada bueno. Por
suerte, según llegaba el día parecía que no iba a hacer tan malo. El día previo
hacía calor en Pau y el sábado de autos por la mañana no llovía y la meteo de
la tele francesa decía que nubes por la mañana mejorando. Bueno, ni tan mal.
Ahora la duda de siempre: ¿Con qué ropa salir? Si me abrigo mucho y luego sale
el sol me cuezo en los puertos. Si llevo poca ropa y no levanta el tiempo me
congelo en las bajadas.
Bueno.
Ojalá el tiempo sea bueno, pero mi experiencia en Pirineos me dice que es mejor
llevar ropa de sobra que pasar frío, así que me pongo unos botines finos de
lluvia, y meto en la bolsa del manillar una chaqueta térmica, un chubasquero
bueno y unos guantes largos. Espero no tener que usarlos, pero por si acaso ahí
están.
A las 7
en punto dan la salida al primer grupo. Durante casi una hora iremos saliendo
en grupos los 4.696 participantes, gente de todo el mundo, de Hawaii, de
Singapur, de Ghana,... Tras los franceses los más numerosos son los británicos,
y también hay muchos americanos y australianos, lo que se nota al hablar con la
gente, ya que usas más el inglés que el francés. La Etapa es un evento
internacional de primer orden. Había muchos más inscritos, pero parece que
muchos no salen por diferentes razones. Es el problema de tener que hacer la
inscripción en enero.
A las
7:20 me toca salir y afronto con calma los 35 km de llano que pica para arriba
que nos dejará al pie del Aubisque. Tengo los abductores algo tocados todavía
desde la Luchón Bayona y sé que forzar ahora supone ganar 10 minutos y comprar
muchos boletos para que me den contracturas en el Tourmalet. Es mejor correr
con cabeza que dejarte llevar por el corazón y coger la rueda de los muchos
grupos que me pasan a toda velocidad.
De
todas formas, lo bueno de La Etapa del Tour es que, al contrario de otras
marchas famosas que siempre se hacen sobre el mismo recorrido, aquí la gente no
va a mejorar su marca (salvo los primeros que salen a ganar la prueba) y eso se
nota en que los pelotones ruedan rápido, pero sin peligro, y en las bajadas la
gente toma más precauciones que en otras marchas. Además, la ruta está
completamente cerrada al tráfico, y ni siquiera se ve un exceso de vehículos de
la organización, por lo que todo el día ruedas sin estrés.
Sin
gastar mucho llego a Laruns y comienzo a subir el coloso Aubisque, el primo
pobre del Tourmalet, muy duro por esta cara. Pongo desde abajo el 34x27 y voy
subiendo sin apretar. Tengo que conservar las piernas hasta el final. El
objetivo solo es llegar a Luchón, me da lo mismo el tiempo.
Tras
pasar Eaux-Bonnes el tiempo empieza a empeorar. Baja la temperatura y una
llovizna fina nos empieza a calar. En Gourette, en el avituallamiento, me tomo
un café y decido ponerme el chubasquero, ya que estamos a unos 10ºC y me estoy
mojando. La bajada va a ser dura.
Llego
arriba muy entero. No he forzado nada y me encuentro muy bien. Hace frío, 7ºC,
y llueve. Empiezo a bajar y enseguida me doy cuenta que solo con el chubasquero
me voy a congelar, así que me paro y me pongo también la chaqueta y los
guantes. Al pasar los túneles de Litor, entre una niebla muy cerrada, casi voy
tiritando. Miro a los que no llevan más que un chubasquero normalito, y otros
ni eso. Me imagino lo mal que lo estarán pasando viendo lo mal que lo paso yo
con la ropa que llevo.
En la
corta subida del Soulor intento apretar para entrar un poco en calor. Sigo
sufriendo en la bajada hacia Arrens, aunque por suerte abajo ya no llueve,
aunque no me quito la ropa hasta Pierrefitte, muy pasado Argelés, donde ya me
noto caliente de nuevo. La gente ya va sufriendo, porque muchos, me parece, no
se esperaban este frío.
Al
llegar a Luz tengo hambre, y decido invertir un rato en comer algo con más
fundamento que geles y frutos secos, así que entro en el bar de la plaza y como
un plato de arroz con pollo y ensalada. Ya más recuperado, y con calorcito
incluso en el ambiente, empiezo a subir el Tourmalet. Parece que el día va
levantando y puede que disfrutemos de un hermoso día en la cima. A ver.
De
nuevo meto todo el desarrollo desde abajo y sin forzar las piernas voy dejando
pasar los kilómetros. Tras Barèges paro un poco en el avituallamiento para
coger agua. No nos meten por la ruta histórica de la Vía Fignon, sino por la
nueva carretera de la Estación de esquí. Bueno. Mejor, ya que no había subido
nunca por ahí. Aunque me da pena dejar a un lado mi ruta preferida.
A pocos
kilómetros de la cima empieza a haber un poco de niebla y la temperatura
cae de
nuevo. Esperemos que solo sea la niebla de la cima y que en la bajada levante
el tiempo.
Llego
junto a la estatua de la cima muy entero, pero hace frío y empieza de nuevo a
caer una molesta llovizna. Me abrigo a tope y comienzo a bajar. Hasta La Mongie
no se ve nada y la temperatura baja a 6º C. Estoy helado y el piso está muy
peligroso. A la entrada de la estación las asistencias avisan del peligro, ya
que todo el asfalto, además de mojado está cubierto de excremento de vaca
esparcido por todos lados. Qué miedo.
Decido
pararme a calentarme un poco y entro en un bar a tomar un café y a estirar el
cuello y a recuperar las manos, que las tengo entumecidas. Luego sigo bajando y
la llovizna en vez de parar se transforma en lluvia. En los túneles de abajo
vuelvo a parar un ratito. Ya llegando a St. Marie de Campan deja de llover y el
asfalto está seco. En el avituallamiento hay multitud de cicloturistas
retirados dentro de los autobuses. El frío en bicicleta es algo muy duro y
difícil de soportar, pero pienso como siempre en los que por salud no pueden ni
siquiera tener la oportunidad de pasar frío en la bici. Por ellos debemos
seguir.
Subiendo
el Aspin voy calentándome de nuevo. Ya no parece que el día vaya a mejorar. A
estas horas ya no. Y así es. Tanto en el Aspin como en el Peyresoude, aunque no
llueve, la niebla y el frío nos acompañan en la bajada y llego a Luchón a las
19:20 medio congelado por la última bajada. Congelado pero muy contento. He
terminado mi tercer reto y estoy muy satisfecho. Tengo hambre y es hora de
cenar en Francia, así que sin cambiarme voy a un Restaurante de los de la
céntrica calle de Luchón donde está la meta y ceno algo mientras veo llegar a
los últimos participante, quienes, como yo, llegan con cara de frío y de
alegría.
Ha sido
un día muy duro. La Roubaix tuvo el dolor que te produce el pavés como
principal dificultad. En la Luchón Bayona sufrí por el cansancio de tantas
horas de bici, y hoy el frío ha sido la dificultad. Pero está bien así. El
ciclismo es sufrimiento, como la vida, y aprendemos a superarlo.
3 comentarios:
Gracias Javier por el relato. Especialmente cuando dices aquello de que es una suerte poder estar sufriendo y pasando frío. No sé cuando, pero yo también tengo la esperanza de saufrir algún día en EDT.
Francesc J
Seguro que estarás "sufriendo" en poco tiempo. Saludos,
¡Felicidades tocayo!
Se nota la veteranía de saber parar a comer, abrigarse bien, etc.
Eres todo un randonneur senior. :-)
Muy buena la foto del túnel de Litor.
Javi.
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