viernes, 30 de marzo de 2012

Se cierre un ciclo de mi vida

Ayer un ciclo de mi vida se cerró. Mi padre, tras un año con problemas de salud, nos dejó. Me consuela el hecho de que no sufrió nada en sus últimos días, y en el último año la enfermedad que le afectaba a la cabeza, a pesar de los problemas que le causaban, no le hizo sufrir y te reías con él.
Mi padre me enseñó muchas cosas, pero sobre todo me enseñó a ver la vida siempre de forma diferente y pensando en los demás. Seguro que le echaré de menos. Beti nire bihotzean.

domingo, 25 de marzo de 2012

Sostiene Pereira

Hoy ha fallecido Antonio Tabucchi, el gran escritor italiano (nacionalizado portugués). Como homenaje posteo un trabajo que hice hace unos años en la Facultad de Periodismo sobre su libro más famoso, "Sostiene Pereira".


“Sostiene Pereira”

Sostiene Pereira que el periodista siempre debe denunciar las injusticias, aunque tan sólo se ocupe de una sección de literatura. Sostiene Pereira que el periodista siempre debe decir lo que ocurre a su alrededor y que él debe ser el que primero que se atreva a exponer sin temor lo que pasa en el mundo, aunque de lo que pase nadie se atreva a hablar.

Sostiene Pereira que su historia, narrada por la excelente pluma de Antonio Tabucchi, no es un texto histórico, pero que a través de un comentario aquí y una insinuación allá, nos aproxima a lo que ocurría en Portugal, y en Europa, en los años 30 del siglo pasado.

Sostiene Pereira que tampoco es un libro político, aunque el trasfondo político que contiene es demasiado alto como para hacerle caso. [1]

Pereira sostiene que su relato es sólo la historia de un viejo periodista viudo a cargo de la página cultural de un diario cualquiera. Todo su mundo se condensa en su solitaria redacción, su casa y el restaurante donde come, un día sí y otro también, una tortilla de finas hierbas y donde bebe limonadas. Curiosamente, y pese a su profesión, es en el restaurante, a través del camarero, donde se entera de lo que ocurre fuera de su mundo. [2]

Pero, sostiene Pereira, su vida da un giro inesperado cuando otro periodista, joven y con más ganas de vivir, irrumpe en su vida. Monteiro Rossi, que así se llama este joven impulsivo, hace que la historia que nos narra Pereira comience a correr y despierta, sostiene Pereira aunque sin confesarlo claramente, al verdadero Pereira que siempre quiso ser. Sostiene Pereira que su historia es, en cierta forma, la de un converso.

Pereira sostiene que, en el fondo, quiere realizar un llamamiento a la conciencia dormida de muchos periodistas y a liberarles del miedo al compromiso que atenaza a tantos profesionales. Sostiene Pereira que se puede luchar entre líneas y que se puede luchar abiertamente, asumiendo todas las consecuencias, pero que es imposible que alguien como él, con sentido de la dignidad y de la justicia, pueda convivir mucho tiempo con la injusticia y la agresión a los débiles.

Pero, ¿qué sostiene Tabucchi?


Según una entrevista que Asbel López, periodista del “Correo de la UNESCO”, realizó a Antonio Tabucchi en 1998, éste sostiene que “cuando un crimen ofende la naturaleza humana, nos ofende también personalmente. Te sientes al mismo tiempo escandalizado y culpable” [3]. Esta es la razón por la que escribió “La cabeza perdida de Damasceno Monteiro”, y también, sin duda, “Sostiene Pereira”.

Sostiene Tabucchi que el periodista, el escritor, no debe ser un mero espectador y narrador de los hechos, cuando es necesario debe intervenir para intentar mejorar las cosas.

En la misma entrevista, Tabucchi sostiene que: “la democracia no es tampoco la perfección. Hay que mejorarla, y para ello hay que vigilarla y permanecer siempre atentos. Pensé entonces que debía sobrepasar el hecho real y hablar a través de una novela, encargarle a la ficción este hecho violento. Si escribía una novela, mi emoción y mi indignación encontrarían un modo de expresión más amplio porque es más simbólico, aplicable a muchos países de Europa”. Y continúa sosteniendo: “Yo reivindico el derecho a las tomas de partido ocasionales. Cuando una cosa oscura está pasando en el mundo o en tu casa, tienes el deber de salir a explorar este problema para ver si lo detectas, lo particularizas, lo transmites y das la alarma: ‘Cuidado, está pasando esto en mi casa, en mi ciudad, o en el mundo, que también es mi casa.’ De lo contrario el intelectual sería un personaje completamente insensible que dice: ‘Algo sucio está pasando en mi casa, pero no puedo interesarme en él porque estoy organizando el catálogo de la próxima exposición de pintura del museo de mi ciudad’.”

Así que, sostiene Tabucchi: “si la función de un político es tranquilizar, mostrar que todo anda bien gracias a su presencia, la mía es desasosegar, poner a dudar a la persona. La facultad de dudar es muy importante para el hombre ¡Caramba, si no dudamos estamos perdidos! El intelectual va a dudar, por ejemplo, de una doctrina religiosa fundamentalista, de un sistema político exacto e impuesto o de una estética perfecta, que no dan cabida a ninguna duda. (...) La función del intelectual y del escritor es dudar de la perfección. En la perfección creen los teólogos, los dictadores y el pensamiento totalitario”.[4]

La espiral de silencio


La teoría de “la espiral de silencio”, expuesta en los años 70 del s. XX por la socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann, viene a explicar que en una sociedad las ideas menos correctas políticamente son sistemáticamente silenciadas por los medios de comunicación y por los propios individuos, que al no ver reflejadas sus ideas en la prensa asumen que no son ideas acordes al pensamiento mayoritario y optan por no hablar de ellas en público para no sentir un rechazo social por parte de la mayoría que, al parecer, piensa diferente a lo que ellos piensan. Así, por un efecto multiplicador, las ideas más “políticamente correctas” son divulgadas en mucha mayor medida que las ideas menos correctas, llegando a casi desaparecer de las conversaciones ideas que muchas veces están en la mente de muchos. [5]

Esto, aunque no lo llamaba “espiral de silencio”, ya lo explicó el gran sociólogo francés Alexis de Tocqueville [6] con el caso de la Iglesia en la Francia de mediados del s. XVIII. Según él:

“los que seguían creyendo en las doctrinas de la Iglesia tenían miedo de quedarse solos con su fidelidad y, temiendo más la soledad que el error, declaraban compartir las opiniones de la mayoría. De modo que lo que era sólo la opinión de una parte de la nación llegó a ser considerado como la voluntad de todos y a parecer, por tanto, irresistible, incluso a los que habían contribuido a darle esa falsa apariencia.”

El Dr. Fermín Galindo, profesor del Departamento de “Ciencias da Comunicación” de la Facultad de Ciencias da Información de la Universidad de Santiago de Compostela, en un artículo titulado “El periodista, ante la espiral de silencio” y publicado en la Revista Latina de Comunicación Social” (La Laguna -Tenerife, abril de 1998, nº 4), dice lo siguiente:

“En los años noventa, el papel que ocupan, o que deben tener, los periodistas en la opinión pública ha ocupado un espacio central en la actualidad política e informativa. Se ha escrito mucho sobre este asunto, ya sea sobre el periódico como actor político (Borrat,1984), sobre la relación entre el poder y la prensa (Sinova, 1995), sobre la función del periodista en el espacio público (Dader, 1992) y en general sobre las múltiples relaciones encontradas entre el poder y los medios de comunicación. (...) Éste es un tema complejo, pero es sabido que la posición de los medios, o un cambio en la posición de los medios, suele preceder a un cambio en las actitudes personales. La conducta de la gente se suele adaptar a la evaluación del clima de opinión pero, recíprocamente, también influye en las evaluaciones del clima de opinión en un proceso de retroalimentación que suele provocar una suerte de tendencias de opinión de distinta intensidad, pudiendo alcanzar su máximo grado en la conocida como espiral de silencio”.

Casi podemos decir que la opinión pública no es un reflejo de lo que piensa el público, o sea la gente, sino más bien es el reflejo de lo que la gente piensa que piensa la gente. [7]

Los medios de comunicación, además, como dice Fermín Galindo, colaboran decisivamente en esta espiral con un objetivo claramente económico. Un medio no puede permitirse el lujo de estar continuamente dando opiniones contrarias a la mayoría. Tan sólo los medios marginales lo pueden hacer, pero están reducidos a eso, a ser marginales. Un medio que quiera abarcar a grandes sectores del público debe, en general, seguir la estela de lo que manda la opinión pública. Así, como el público tiende a decir que opina lo que dicen los medios, y los medios tienden a opinar de lo que la gente dice que opina, la espiral se va completando y va dando vueltas sobre sí misma más y más. 

Algunas críticas a la teoría de la espiral de silencio


Si bien la teoría de la espiral de silencio parece muy sólida y que siempre se debe cumplir, creo que debemos considerarla como un paradigma que, como todo paradigma, funciona bien hasta que deja de funcionar.

Como todo lo que se explica por las ciencias sociales por medio de paradigmas, esta teoría de la espiral de silencio no es más que una explicación de lo que dentro de la sociedad ocurre habitualmente. Pero esta explicación es válida hasta que surge una explicación mejor. No ocurre aquí como con las ciencias naturales, o las ciencias exactas, que ya hace tiempo que pasaron la fase de pre-ciencia y en las que la mayoría de sus paradigmas ya son teorías perfectamente demostrables y válidas universalmente. En las ciencias sociales todavía estamos hablando en fase pre-científica, y los paradigmas de hoy son los errores del mañana.


Una de las críticas que se le suele hacer a la teoría de la espiral de silencio es que su autora se basó en encuestas, y precisamente son las encuestas las que son puestas en duda por esta teoría.

Victor Sampedro, profesor de Opinión Pública de la Universidad de Salamanca, en su reciente libro “Opinión pública y democracia deliberativa”, apunta que la teoría de la espiral de silencio, como la de la Agenda Setting o la de la aguja hipodérmica, percibe al público indefenso ante unos medios controlados por grupos de poder. Para él la espiral de silencio “no es la ley única e inapelable de la opinión pública porque exige unas condiciones determinadas (...) y ni el miedo al aislamiento es el único motor de la expresión de opiniones”.

Otra de las críticas que me atrevo a hacer es exponiendo aquí un caso práctico, y para mí bastante claro, en el que no funcionó este paradigma. Me estoy refiriendo a lo ocurrido en las últimas elecciones al Parlamento Vasco, hace ahora un año.

Siempre se había apuntado que la gente que no vota es por miedo a que se conozcan sus ideas, y que representa a un sector de la población con unas ideas diferentes a los de los nacionalistas vascos, pero que no se atreven a expresar sus ideas, por lo que lo que se percibe en las conversaciones de la calle son principalmente las ideas nacionalistas vascas, pero que en realidad no son tan mayoritarias como podría parecer.

Pues bien, con el porcentaje de votantes más alto de los últimos años el voto a los partidos nacionalistas vascos fue mayor aún que otras veces. 

“Sostiene Pereira” y la espiral de silencio


Antonio Tabucchi nos presenta en su novela “Sostiene Pereira” un ejemplo magnífico del dilema del periodista ante este tipo de situaciones que pueden provocar una espiral de silencio.

Durante toda la novela se describen situaciones, como hemos visto, en la que el protagonista, azuzado por la presencia de Monteiro Rossi y su novia, toma conciencia de su entorno político y de su deber como periodista para con la verdad y para con los demás. El personaje del camarero que le informa y le echa en cara en parte a Pereira que no esté más comprometido, es quizás el que le incita a romper con esta espiral de silencio.

Otro personaje que aparece en la obra y que va minando la resistencia del viejo Pereira a actuar es la señora Delgado, una mujer judía alemana que huye de una Europa en la que los judíos no son bien vistos. En la conversación que tiene en un tren con ella, Pereira se justifica ante la insistencia de la mujer en que un periodista intelectual como él debe tomar partido:

“Quizá yo tampoco esté contento con lo que está sucediendo en Portugal, admitió Pereira. La señora Delgado bebió un sorbo de agua mineral y dijo: Pues, entonces, haga algo. ¿Algo, como qué?, contestó Pereira.  Bueno, dijo la señora Delgado, usted es un intelectual, diga lo que está pasando en Europa, exprese su libre pensamiento, en suma haga usted algo. Sostiene Pereira que hubiera querido decir muchas cosas. Hubiera querido responder que por encima de él estaba su director, el cual era un personaje del régimen, y que, además, estaba el régimen con su policía y su censura, y que en Portugal estaban amordazados, en resumidas cuentas, que no se podían expresar libremente las propias opiniones, y que él pasaba sus jornadas en un miserable cuartucho de Rua Rodrigo de Fonseca, en compañía de un ventilador asmático y vigilado por una portera que probablemente era una confidente de la policía. Pero no dijo nada de todo ello, Pereira, dijo solamente: Haré lo que pueda, señora Delgado, pero no es fácil hacer lo que se puede en un país como éste para una persona como yo...”. Pág. 61.

Y finalmente Pereira, con prudencia pero con valentía, actúa y rompe el silencio tras el asesinato en su misma casa, delante de sus narices, del joven Rossi. Sabe que esto significa su destierro y su huida, pero a la vez sabe que es lo único que puede hacer para poder estar tranquilo con su conciencia y con el retrato de su mujer, sostiene Pereira. 

Javier Sánchez-Beaskoetxea


Mayo 2002

Bibliografía


Noelle-Neumann, Elisabeth. La espiral de silencio. Paidós, Barcelona, 1995.

Price, V. La opinión pública. Paidós Comunicación, Barcelona, 1994.

Tabucchi, Antonio. Sostiene Pereira. Anagrama, Madrid, 1995.

Sampedro Blanco, Victor. Opinión pública y democracia deliberativa. Medios, sondeos y urnas. Istmo, Madrid 2001




[1] “...y ¿quién podía tener el valor de dar una noticia de este tipo, que un carretero socialista había sido asesinado brutalmente en Alentejo en su propio carro y que había cubierto de sangre todos los melones? Nadie, porque el país callaba, no podía hacer otra cosa sino callar, y mientras tanto la gente moría y la policía era la dueña y señora.” Pág. 13.
[2] “...dudaba de que los periódicos portugueses hablaran de los acontecimientos a los que se refería el camarero.” Pág. 49.
[3] Esto es lo mismo que dijo John Donne: “...la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”.

[4] Algo parecido decía Carl Sagan en una cita que ya incluí en el trabajo sobre “El ciudadano Kane”: “El escepticismo tiene por función ser peligroso. Es un desafío a las instituciones establecidas. Si enseñamos a todo el mundo (...) unos hábitos de pensamiento escéptico (...), quizás desafiarán las opiniones de los que están en el poder”.
[5] William Temple explica así el paradigma de la espiral de silencio: el hombre “difícilmente esperará o se arriesgará a introducir opiniones nuevas donde no conozca a nadie, o a pocos que las compartan, y donde piense que todos los demás van a defender las que ya habían recibido”.
[6] “Historia de la Revolución Francesa”, 1856.
[7] “...la gente no cuenta para nada, la opinión pública no cuenta para nada. Silva le miró y dejó el tenedor. Escúchame con atención, Pereira, dijo Silva, ¿tú crees aún en la opinión pública?” Pág. 55.

viernes, 16 de marzo de 2012

Recientes entrenamientos

Bueno, como hace tiempo que no os cuento nada sobre cómo voy con mis entrenamientos para los ambiciosos retos de este año (París Roubaix cyclo, Luchon Bayona, L'Etape du Tour y Maratón de New York) pues os hago un breve resumen.




En bici llevo ya casi 1500 km desde el 1 de enero, con varios días ya de más de 100. Estoy procurando enlazar tres días seguidos de bici cada semana, que es lo que más fondo produce. Es mejor eso que darte una páliza de muchas horas un día a la semana. Así que un día hago más de cuatro horas y al siguiente unas dos y media pero con subidas fuertes y cambios de ritmo.
Y para que las piernas no se olviden de correr, salgo a correr por lo menos un día a la semana. Una hora como mucho a ritmo suave-medio, ya que ahora lo que quiero es ponerme en forma para la bici y no para correr.
Lo bueno que tiene el correr y el andar en bici a la vez es que si un día que tenía pensado salir en bici llueve o por lo que sea no tengo tanto tiempo, pues salgo a correr. Correr durante una hora equivale a casi tres horas de bici, ya que no tiene tiempos muertos y siempre vas con las pulsaciones trabajando. es como si vas en bici todo el rato subiendo un puerto, no puedes parar de pedalear y trabajas el 100% del tiempo.
Hoy he hecho la primera salida larga del año. Me han salido 134 km con bastantes subidas y bajadas. Más de cinco horas de trabajo. Me quedan tres meses hasta la París Roubaix. Serán 210 km, unas 8 horas, más o menos. Bastante llanos, pero con la incógnita del pavés, que aquí en Euskadi no lo puedo entrenar. Luego, tres semanas después, viene la Luchon Bayona, que si hace buen tiempo y me encuentro bien quiero hacerla de un tirón, lo que serán unas 17 o 18 horas en bici, contando paradas para comer.
Muchos esfuerzos y de diferente tipo. Así que entre abril y mayo tengo que combinar fondo y muchos kilómetros de llano en plato grande, con días con varias subidas duras, enlazando varios puertos.
Bonito reto.
PD: Las fotos son de la excursión que me he hecho hoy. Un buen día de bici.