lunes, 17 de mayo de 2010

Pedalier nº 35: La cuadratura del círculo



Bueno, como es tradición en este Blog, os subo mi última colaboración para la revista Pedalier, en este caso para el número 35 que ya lleva unas semanas en los kioscos.






La cuadratura del círculo

Publicado en el nº 35 de la revista "Pedalier"

Hace unos días leí un “post” en el “blog” de un amigo mío. Él es médico deportivo y compite en ciclismo como Máster. Un loco más de la bici, como la mayoría de los que pasamos por aquí, bien escribiendo o bien leyendo. Su relación con los deportistas es muy estrecha por su trabajo, pues además de llevar la preparación de muchos deportistas de diferentes disciplinas, es médico de la selección española de pista, entre otras cosas. Su “blog” es siempre interesante, sobre todo cuando trata acerca de temas que tienen que ver con el deporte profesional, ya que a la mayoría se nos escapan muchas cosas de ese mundo. Por si os interesa, el “blog” es www.senkirol.com, y él se llama Joseba Barrón. Podéis pinchar en él y estar un rato aprendiendo cosas.
Pero bueno, a lo que iba. El “post” al que me refiero estaba escrito a raíz de las declaraciones del atleta Paquillo Fernández en la que confesaba haber tenido productos dopantes pero negaba su consumo.
En el texto se explicaba que la causa de todo el dopaje es el dinero, cosa en la que casi todos coincidimos. Puede haber excepciones de gente que se dope solamente por poder decir que ha ganado una competición, sobre todo en deportes minoritarios en los que apenas hay dinero. Pero en general, los deportistas que recurren al dopaje y corren el riesgo de ser pillados es porque creen que las posibilidades de ganar dinero, mucho dinero en algunos casos, son mayores que las posibilidades de que les pillen.
Según el “post” de Joseba, el dinero es el que provoca la tentación y es el que facilita la adquisición de caros productos dopantes y el que algunos médicos y algunas empresas farmacéuticas pongan a disposición de los deportistas esos productos, ya que les cobran un porcentaje del dinero que van a ganar después con sus victorias.
Si no hubiera dinero en juego, o sea, que dopado o no dopado, ganando más carreras o menos carreras, los beneficios para el deportista fuesen similares, no habría este juego de arriesgar más para ganar más.
Y es aquí donde el artículo introduce un concepto novedoso desde mi punto de vista. Según él, para salir de esta espiral provocada por el dinero lo que hace falta es dinero. Sí, dinero.
Pero, ¿para qué hace falta este dinero? Joseba no habla de dinero para aumentar los controles, ni la investigación en hacer análisis biológicos más intensivos a los deportistas. Joseba no habla de dinero para que los equipos inviertan en autocontroles cada vez más exigentes. No.
Joseba habla de dinero para transformar una pirámide en un cuadrado, o mejor, en una torre.
La pirámide es lo que tenemos hoy en día en el deporte. Una base más o menos grande en la que están los chavales que se inician en el deporte escolar o con sus amigos. Un deporte que es más un juego (o debería serlo) que deporte. Luego vamos estrechando la pirámide en el deporte juvenil y en el federado en sus diferentes categorías por edad, y luego hay una pequeña punta de la pirámide en la que están los pocos, poquísimos, privilegiados que por su físico han podido llegar a profesionales.
Y esta pirámide es la que quiere cambiar mi amigo, amante del deporte por el deporte, en una torre, una torre en la que esa mayoría de chavales que se inician en el deporte sigan practicando el deporte durante toda su vida, lleguen o no a competir a un nivel profesional. Y para esto es lo que Joseba dice que hay que invertir el dinero, no en pagar grandes sumas a los que están más alto en la punta de la pirámide, sino en pagar más para que todo el mundo, en todas las categorías, en todas las edades, pueda hacer deporte. Más dinero para que los universitarios puedan competir sin más objetivos que la belleza de la propia competición, sin aspirar a ser profesionales más que de la profesión para la que han elegido estudiar; más dinero para que los deportistas veteranos vean posible sus competiciones que les haga mantener la ilusión para seguir entrenándose y cuidándose; más dinero para que los chavales no tengan sólo como ídolos a las estrellas del deporte, sino que vean que ellos también merecen la pena y vean que el deporte es algo consustancial a su vida, a toda su vida.
Pero claro, este cuadrado, esta torre, es muy difícil de construir, por no decir que es tan imposible como lograr la cuadratura del círculo, ese problema irresoluble al que los matemáticos han dedicado horas y horas y que trata de conseguir con sólo regla y compás un cuadrado de igual área a la de un círculo dado.
Por de pronto nuestra sociedad es así de cruel. No gana más dinero el que más trabaja y el que más se esfuerza en su trabajo, por mucho que a veces intentemos engañar a nuestros hijos de que eso es cierto. Pero no. En el deporte está claro que no gana más dinero el que más entrena, si no el mejor, el que más competiciones importantes gana. El que queda el 20º en el Tour de Francia es posible que haya entrenado más, o no menos, que el ganador, y sin embargo su cuenta corriente es muy diferente. Y en el mundo real, no en el de los deportistas profesionales, que en muchos casos viven en una burbuja, pasa lo mismo. Mucha gente estudia horas y horas, pero sólo los más inteligentes sacan las matrículas de honor. Y mucha gente trabaja horas y horas en su taller, o en su puesto en la cadena de montaje, o en su labor de oficina, pero sólo unos pocos que hace ganar mucho dinero a sus empresas son los que tienen unos sueldos envidiables.
Así que, mucho me temo, que nos queda un largo camino por delante para transformar esa cruel pirámide de la competición en esa torre ideal del deporte. Mientras tanto, nosotros, los cicloturistas seguiremos anchando los lados de la pirámide para aportar nuestro granito de arena haciendo deporte y amando el deporte durante toda nuestra vida.

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