Cerrar un círculo. Dar sentido a algo comenzado y ponerle fin. Tal vez ésa fuera la razón de que en mi cabeza prendiera de nuevo la llama de la Transpirenaica, la llama del viaje en solitario a través de mi cordillera favorita.
Después de hacer mi Transpirenaica el año pasado por la vertiente norte de los Pirineos, siguiendo la D-918 desde Argelès-sur-mer a San Juan de Luz, este verano he querido hacer un segundo viaje, esta vez por el sur y en sentido contrario, cerrando el círculo.
Si el del verano pasado fue un viaje casi iniciático, con un cierto halo de misticismo hacia los Pirineos míticos, los Pirineos del Tour, los Pirineos del ciclismo y del cicloturismo, el viaje de este año ha sido una prolongación natural del mismo pero sin ese punto de aventura que tuvo el año pasado mi Transpirenaica en solitario.
Es cierto que este año también iba yo solo, algo que siempre empaña cualquier viaje con un toque aventurero. Pero ni el recorrido iba a ser tan duro, ni tenía la incertidumbre de no saber dónde parar cada día, ni siquiera contaba con ese no saber cómo iba a responder mi cuerpo a tantas horas de bici con alforjas, pues ya contaba con la experiencia del año pasado, una experiencia que me ha ayudado mucho.
Ya antes de verano había decidido la ruta a seguir esta vez.
Saldría desde Hondarribia donde terminé el año pasado (aunque oficialmente la ruta terminó en San Juan de Luz) y pedalearía hasta Cap de Creus primero y hasta Portbou después. Decidido el recorrido y con la fecha de salida señalada en el calendario, y como quiera que no deseaba volver a pasar el mal trago de no encontrar alojamiento, reservé hoteles para las siete noches, y confirmé los horarios de los trenes para regresar a Hendaya desde Cerbere al terminar.
La ruta quedaba así:
Domingo 5 agosto: Hondarribia - Bera de Bidasoa – Alto de Artesiega – Eugi - Erro - Jaurrieta. 137 km
Lunes 6 agosto: Jaurrieta – Otsagabia - Izaba – Zuriza - Ansó – Alto del Vedao - Echo – Jasa - Aisa - Jaca - Sabiñánigo. 135 km
Martes 7 agosto: Sabiñánigo – Puerto de Serrablo - Ainsa – La Foradada - Campo. 101 km
Miércoles 8 agosto: Campo - Castejón de Sos – Coll de Fadas - Pont de Suert – Coll de Perves - La Pobla de Segur. 94 km
Jueves 9 agosto: La Pobla de Segur - Sort – Coll del Cantó - La Seu d'Urgell - Puigcerdá. 126 km
Viernes 10 agosto: Puigcerdá – Collada de Toses – Ribes - Ripoll - Olot - Banyoles. 138 km
Sábado 11 agosto: Banyoles - Roses - Cadaqués - Cap de Creus – Cadaqués – Port de la Selva - Portbou. 133 km
Domingo 12 agosto: Tren Cerbere - Hendaye.
Así, el domingo 5 de agosto salí temprano desde Lekeitio y fui en mi coche hasta Hondarribia, donde lo dejé bien aparcado y comencé a pedalear poco antes de las 10 de la mañana de un día soleado y con anuncio de mucho calor, cosa que se confirmó, por desgracia.
Al contrario del año pasado, tenía a mi favor que conocía bien el recorrido, y que no debía preocuparme por encontrar un lugar para dormir, por lo que no tenía prisa.
Ya nada más salir hacía calor, casi 30ºC, y aunque hasta Bera fui muy cómodo, a partir de ahí un fuerte y muy caluroso viento frenaba mi marcha y me recalentó el cuerpo.
Aunque iba reponiendo el agua del bidón cada poco, justo se me olvidó hacerlo en Irurita, último pueblo antes de la larga subida a Artesiega, donde el calor me dejó seco hasta que paré a un coche en el que dos mujeres con acento argentino me ofrecieron un zumo de frutas que apuré de un trago. Después unos franceses que miraban el paisaje me dieron más agua y ya arriba, tras la ascensión que más dura se me hizo de todo el viaje, unos montañeros me terminaron de hidratar y ya bajé hasta Eugi a comer algo, pasando por Quinto Real, un precioso hayedo frondoso y fresco que se hace muy corto, sobre todo en días de calor.
Después vinieron unos kilómetros muy duros por los numerosos repechos y puertitos (Erro, Mezkiriz, Remendia) en los que me crucé con algunos peregrinos en su primera parte del Camino Jacobeo. Además de los repechos, los sofocantes 42ºC que me marcaba el termómetro me pusieron al borde del KO técnico en esa primera etapa, por lo que tuve que parar en cada fuente y en cada pueblo a tomar algo y a mojarme la cabeza.
Después de pasar Abaurregaina, el pueblo a más altitud de Navarra, finalmente llegué a Jaurrieta. No me encontraba mal, pero después de la ducha unas náuseas me quitaron las ganas de cenar, por lo que sólo tomé un colacao y una magdalena. Por suerte para el día siguiente se anunciaba lluvia.
Por la mañana ya estaba mejor, y el tiempo era más fresco, incluso me llovió algo al salir. Pedaleé hacia Otsagabia, para luego llegar a Izaba por el Alto de Lazar, sin mayores complicaciones y disfrutando del paisaje, que a decir de cuantos pasan por ahí es uno de los más bonitos de esta zona de Pirineos. Por el maravilloso valle de Belabarze y el encantador rincón de Zuriza bajé hasta Ansó.
De Ansó subí el Puerto del Vedao y bajé a Echo, para iniciar poco después la carretera que por Jasa y Aísa llega a Jaca por una zona sin apenas tráfico y que había explorado en coche en junio aprovechando el viaje a la Quebrantahuesos.
Por aquí hay que ascender el Collado de la Loma de Aísa, un puerto que hace unos años estaba sin asfaltar y que presenta algún tramo duro. El paisaje que lo rodea es muy acongojante, pues es muy solitario y apartado de los hombres. De Aísa se baja cómodo al principio para luego remontar unos repechos y llegar a Jaca. Luego venía el tramo desagradable por el tráfico que me dejaba en Sabiñánigo, fin de la etapa.
Aquí tenía mi primer día de romper mi aislamiento voluntario, pues había quedado con mi amigo Luis García (primero en terminar la Madrid Gijón Madrid) y su mujer Tere para cenar. Ellos llevan la tienda Bici Aventura, donde os recomiendo acudir si necesitáis algo para la bici estando por esa zona. Luis me arregló un radio que se me rompió nada más salir de Hondarribia. Cené muy bien con Luis, Tere y sus dos hijos, y me fui a dormir muy animado.
Etapas de descanso
Tras las dos primeras etapas largas y el calor agobiante del primer día, me tocaban ahora dos días más cortos que quería aprovechar para rodar más suave y recuperar las piernas, que me dolían ya bastante (casi tres semanas sin hacer nada antes de empezar el viaje se dejaban notar).
Desde Sabiñánigo, con unos primeros kilómetros de lluvia, me metí por el valle del Sobrarbe, para subir el Puerto de Serrablo. Descarté el ir por Biescas y Cotefablo porque hay más tráfico y ya conocía la carretera, en cambio por Serrablo no había ido nunca y Luis me había dicho que era una carretera muy tranquila.
Y efectivamente lo era, pues apenas vi algún coche en un montón de kilómetros y por esta vertiente vas subiendo muy tendido y no se hace duro el puerto. La bajada por el otro lado, hacia Boltaña, es mucho más empinada y tiene que resultar duro subir por ahí. Tras una comida en Boltaña bajé a Aínsa y de ahí subí el duro y feo Collado de Foradada, con una carretera ancha y que sube recta con una pendiente fuerte para ir con alforjas. Eso sí, la bajada hacia Las Colladas es muy rápida y de ahí por un túnel ya estaba en Campo, donde descansé esa tarde.
La siguiente etapa me iba a llevar hasta La Pobla de Segur, ya en Cataluña, primero por una carretera muy espectacular por el cañón del río Ésera hasta Castejón de Sos, y de ahí por el Coll de Fadas y el Coll de Espina hasta el Pont de Suert, donde paré a comer un bocadillo y coincidí con unos vitorianos que estaban haciendo la misma ruta que yo pero en el otro sentido.
Después subí el Col de Perves por una carretera tranquila y bonita para descender por Senterada hasta La Pobla de Segur, donde llegué a la hora de la siesta, dándome tiempo a descansar bien, dar una vuelta por el pueblo y hasta a ver una buena peli (Sin City) en la tele en la habitación. Un lujazo.
Puertos altos, pero suaves
De La Pobla remonté el Noguera Pallaresa hasta Sort (no compré lotería), donde empieza el coll de Cantó, que yo creía más duro. Era largo, unos 20 km, pero se me hizo llevadero. La bajada por el otro lado es un timo, pues estás muchos kilómetros entre bajadas, llanos y subidas, hasta que ya bajas de verdad a Adrall, ya en la bonita y luminosa Cerdanya. Una comida de estilo catalán para recuperarme, y afronté ya la zona llana pero picando hacia arriba hasta La Seu d’Urgell y Puigcerdá, ya con bastante calor.
En Puigcerdá me esperaba mi amigo cicloturista y afamado escritor catalán, Rafael Vallbona (www.eltourmalet.blogspot.com), pues iba a dormir en su apartamento y al día siguiente iba a acompañarme en toda la etapa hasta Banyoles. Aproveché también para ir a la tienda Sport Iris, de sus amigos Miki y Josep, pues de nuevo se me había roto otro radio. Menos mal que los dos se me rompieron cuando tenía mecánicos amigos cerca.
Una cena agradable, y un buen sueño y salimos los dos con un frescor matinal a subir la Collada de Toses, larga pero sin dificultad.
Pasamos sin más problemas por Ripoll, Olot y la zona de la Garrotxa, con calma y sacando fotos cada poco, disfrutando de esta bonita zona de Cataluña, aunque con tramos de calor. Fue la etapa que más rápido hice, pues entre que descendíamos mucho desde la salida a la llegada, y que al ir dos se va más rápido, al final me salió una media de más de 21 km/h, que no está mal con alforjas.
En Banyoles a Rafa le esperaba su mujer para volver a su casa, y yo me quedé a dormir, tras un agradable paseo viendo el ocaso sobre el Lago y una cena a gusto.
Y por fin... la mar
Ya el sábado llegaba la última etapa. Desde Banyoles fui por carreteras secundarias, esquivando el tráfico, siguiendo el curso del Fluviá hasta Sant Pere Pescador. De ahí subí a Castelló d’Empuries y a Palau Saverdera para acercarme a Roses y subir el puerto de Perafita para bajar a Cadaqués. Hacía calor y el día era muy bonito. Por último pené por los repechos que van hasta el Cap de Creus, aguantando el viento hasta que llegué al faro donde los Pirineos se hunden en el Mediterráneo. Lo había conseguido.
Tras disfrutar del momento tenía que seguir el viaje hasta Portbou, desandando lo andado hasta Perafita para bajar al Port de la Selva y seguir la costa hasta Portbou, subiendo el último puerto del viaje, el Coll de Frare.
Una buena cena en Portbou y al día siguiente fui en bici hasta Cerbère, (con otro puertito más, el Col dels Belitres), para coger el tren.
Todo me salió como estaba planeado, una mezcla de buena planificación y de suerte.
¿Y el año que viene? No lo sé. Ya se me ocurrirá algo.
Datos del viaje:
1ª etapa: 136,8 km, 2.260 m
2ª etapa: 135,3 km, 1.975 m
3ª etapa: 100,9 km, 1.310 m
4ª etapa: 93,9 km, 1.580 m
5ª etapa: 126,0 km, 2.000 m
6ª etapa: 138,0 km, 1.355 m
7ª etapa: 86,5 km, 830 m (hasta Cap de Creus, más 46,5 km y 755 m hasta Portbou)
Total hasta Cap de Creus: 817,4 km y 11.310 m
Total hasta Portbou: 863,9 km y 12.065 m
1 comentario:
Uno no seria escritor si la vida, y la gente que va encontrando a su paso, no le diera buenos motivos, historias, leyendas y todo lo necesario para llenar las alforjas de la memoria.
Evocar en tu texto la etapa de la Transpirenaica que compartimos es de esas cosas que hacen que uno quiera contar las cosas que le suceden o en que piensa a los lectores.
Gracias a ti en nombre de tota la buena gente que va en bici.
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