Nadie dijo que fuera a ser fácil. Desde antes de terminar el año pasado ya tenía decidido mi ambicioso plan de acabar esta temporada la París Roubaix Cyclo (que sería mi tercer monumento tras Flandes y Lieja), la Luchon Bayona (a ser posible en un día), "L'Etape du Tour" de Pirineos y en noviembre el Maratón de New York.
Hasta finales de marzo todo me iba bastante bien. Me encontraba en forma y, más o menos, había podido entrenar según lo previsto.
Pero abril fue un mes desastroso. Además de que llovió casi todos los días, fue el mes siguiente tras la muerte de mi padre, y entre unas cosas y otras los pocos días que puede entrenar lo hice con malas sensaciones, como sin fuerzas.
Pero por fin, el sábado 28 de abril terminé el Brevet de 200 km de la S.C. Bilbaina y milagrosamente me encontré muy bien durante los 200 km, a pesar de que llovió muchísimo y la temperatura no subió en todo el día de los 8ºC.
Al llegar a casa me dolía un poco la rodilla derecha (la buena, ya que la otra es la que tengo operada desde hace mucho). Al día siguiente hice un paseo en bici de una hora y me molestó un poco, pero ya el martes pude hacer 100 km con buenas sensaciones, aunque al forzar la última hora la rodilla se me resintió. Eso fue el 1 de mayo, y hasta hoy, 18 de mayo, sigo con dolores, casi sin poder entrenar y en manos del médico y del fisio.
Así que, si logro empezar a entrenar de nuevo la semana que viene me voy a presentar en Roubaix, que es el 10 de junio, con tres semanas de entreno tras tres semanas parado, y eso suponiendo que para la semana que viene esté ya sin dolores, que habrá que verlo. Menos mal que el fondo no se pierde en unas semanas.
En fin, una piedra en el camino para conseguir la ansiada piedra en el velodromo de Roubaix.
El deporte es como la vida, una carrera de obstáculos que hay que ir superando para llegar a la meta.